por Lenka
Siempre me han gustado las pelis de gangsters. No sé muy bien por qué, la verdad. No me entusiasma la violencia, los métodos de los clanes me horrorizan, detesto la prepotencia y el abuso al débil, la extorsión y la corrupción me parecen repugnantes, y, básicamente, me asquean el machismo, la horterez manifiesta, la ostentación descarada y la escandalosa hipocresía tan típicas todas ellas de este mundillo. Desapasionadamente, el mafioso (sea matoncete de tres al cuarto o Don) me da un cierto tufo a papagayo presumido, a soberbio insufrible, a cabrón sin entraña, a impenitente avaro, a chuloputas. Y hasta a medio analfabeto, a paletazo con pasta. Un capullo integral, pero con armas y con pasta. Un imbécil con ejército. Un gilipollas peligroso al que se teme y se odia.
Y, sin embargo, el asunto me fascina. Me fascinan sus historias, sus lealtades (o intereses), sus traiciones, sus chanchullos, su curiosísimo sentido del honor (para lo que les conviene, claro), y también, debo confesarlo, su inteligencia. Porque quiero creer que ningún mindundi llega a manejar hilos en semejante guiñol. Se queda de recadero o de matón de tres al cuarto. Mal que me pese, he de admitir que quien manda sabe usar la cabeza. ¿Dónde estaría la mafia si no? En el imaginario, en las pelis, en las novelas. Poco más.
Pero no pretendo hacer una tesis sobre el tema. Por ignorancia y por pereza. Lo poco que sé se me antoja demasiado complejo de explicar. Lo único que pretendía, en realidad, era confesar mi sorpresa ante una pequeña historia del Bronx. Compré el libro no hace mucho (para algo tiene que servir la Semana Negra de las narices. Cuatro puestos de libros, un par de exposiciones fotográficas, charlas con escaso público y diez mil casetas de fritangas, bisutería, cacharros y coches de choque. Pura cultura). Lo dicho, que me hice con el libro. Un guión de Chazz Palminteri. Eso me llamó la atención, así, de repente. He visto la peli varias veces y no se me escapa que el susodicho no sólo interpreta a Sonny, sino que es el culpable del guión. De la historia. Y de repente (no se me había ocurrido hasta hace unos días, justo al terminar el libro) me pregunté si esa C de Chazz no sería de otra cosa. Si Chazz no sería un mote nacido a raíz de otro más escueto. "C". La edad coincidía también. Es decir, ¿era mera imaginación? ¿O era autobiográfico? Y resulta que sí. Calogero Lorenzo Palminteri, más conocido como "C". O Chazz. Ese niño, ese chaval, es Chazz. Ese Lorenzo, ese chofer de autobús honrado, era su padre. Y esa historia del Bronx era la suya.
O no. Quizá hay mucho de invención en ella. Quizá Chazz no vio morir a un hombre a sus nueve años ni encubrió a un mafiosillo de barrio al que interpretaría años más tarde. Quizá no vio morir a sus amigos de la infancia, esos que de repente le parecían tan simples y estúpidos, pero que eran sus amigos, al fin y al cabo. Quizá no protagonizó una imposible historia de amor entre el Romeo italoamericano y la Julieta afroamericana, escandalizando ambos a sendos barrios, a sendos ghettos, a sendas culturas enfrentadas. No lo sé, pero es curioso de todos modos. De alguna manera existió ese Calogero. Existe, de hecho. Se llama Chazz Palminteri. Y, vaya usted a saber, lo mismo fue aspirante a mafioso, dividido entre la honradez de un padre pobre y la fascinación por el capo que le apadrinó. Lo mismo es verdad (o no) que logró sacar lo mejor de ambas escuelas. El instituto y la Universidad de la Avenida Belmont.
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Hablando del rodaje de ‘Uno de los nuestros’, Paul Sorvino, el actor que interpretaba a Paulie, el jefe mafioso, decía que el hecho de que los actores de dicho film fueran todos italoamericanos significaba que tenían ‘a certain floor that we didn’t have to discuss’: un poso común que no tenían que explicar a nadie y que nadie les tenía que explicar a ellos. En un mundo como el del cine, donde australianos hacen de Braveheart, mexicanos de Zorba el griego, y daneso-americano-argentinos de Alatriste, la apuesta de Martin Scorsese por la gente local y su autenticidad fue una gran baza para el éxito de su película.
ResponderEliminarObviamente, lo del poso común no se trata de que todos ellos hubieran sido mafiosos antes. Eso, para empezar, sería racista: aunque existen mafias importantes en Estados Unidos, sus componentes son una ínfima parte de los italoamericanos del país, que no tienen la culpa de que otros tomen la parte por el todo. Sin embargo, como dijo Scorsese al respecto de la misma película, en cada barrio quien no estaba en el ajo sabía dónde se cocían las cosas. Todos sabían en qué bar se reunían los wiseguys, por qué en tal o cual sitio siempre había gente sentada a la puerta sin dar, al parecer, un palo al agua en todo el día, o quién era el tipo del traje elegante que nunca parecía trabajar y siempre tenía un gran fajo de billetes en el bolsillo, a pesar de lo cual nadie se acercaba a atracarlo.
Bien, pues de aquí es de donde arranca la fascinación que mencionaba Lenka. Las películas de mafiosos nos atraen porque entran en esos locales por delante de los cuales la mayor parte de la gente normal (los Lorenzo Anello, conductor de autobús) simplemente pasamos de largo procurando no llamar la atención, pero sin dejar de preguntarnos qué pasa exactamente ahí. Y sobre todo, ¿cómo puede afectarme a mí algún día? Estas películas nos responden a esas preguntas, y por eso las vemos. ‘El padrino’ nos los ofrece puestos en un pedestal, tras haber llegado de Corleone, Sicilia, con lo puesto y haber levantado un imperio con su justicia paralela y sus pasiones de ópera. ‘Los Soprano’ nos los retransmite con precisión casi documental, usando cada hora de la serie para ahondar en motivos, presiones, circunstancias, herencias, enemistades, avaricias y cutreríos. ‘Uno de los nuestros’ nos los muestra como la banda de chicos listos que se aprovechan de los pringaos que son los curritos normales y se dedican a darse la gran vida aprovechando la aversión de la mayoría de la gente a la violencia. Y en este caso, ‘Una historia del Bronx’ nos muestra cómo comienza todo, y cómo entre todos los condicionantes circunstanciales hay espacio para las decisiones propias, de las que no se puede culpar a otros.
Para empezar, terminemos con la deuda a ‘Uno de los nuestros’: ciertamente, Chazz Palminteri escribió ‘Una historia del Bronx’ como obra de teatro, y la representó con éxito antes de que Scorsese rodara su película (y además, Palminteri debió ser de los pocos actores italoamericanos que no salieron en ella). Pero en su traducción a la pantalla, el magisterio de Scorsese es palpable. Para empezar, la obra de teatro original es para un solo actor. O sea, un monólogo. No la he visto, así que no sé cómo se habrá montado el asunto Palminteri (que, por cierto, sigue representándola en el off-Broadway), pero un actor solo es un actor solo, así que me imagino que será todo narrado, extendiendo lo que en la pantalla es voz en off a la obra entera. Como mucho igual habrá decorados, fotos o imágenes proyectadas, pero en cualquier caso, es diametralmente opuesto a lo que se tiene por una película, con sus localizaciones, actores, efectos, etc.
Y aquí es donde entra Robert De Niro. Gran estrella de ‘El padrino 2’ y de ‘Uno de los nuestros’, vio la obra de teatro y supo que Palminteri sólo aceptaba vender los derechos si el guión lo adaptaba él mismo y además le aseguraban hacer de Sonny, el capo. De hecho, llegó a rechazar una oferta anterior de un millón de dólares porque no le daban esas condiciones. De Niro no sólo aceptó todo eso, sino que como garantía adicional además se ofreció a dirigir (es su debut tras la cámara) e involucró a Palminteri en todos los demás aspectos del film, desde el vestuario al casting, a la localización de exteriores (que mucho ‘Bronx’ en el título, pero está rodada en Queens, ya que allí quedan más edificios de la época) e incluso al montaje final. Todo esto para garantizar que todo quedara como Palminteri quisiera que quedara. Y así, hay varios ejemplos de sintonía entre ambos y con la comunidad italoamericana. Por ejemplo, el gafe de la peli, Eddie ‘Mush’ Montanaro, está interpretado por el personaje real, no es un actor. De Niro no encontraba al actor apropiado, le preguntó a Palminteri que si podían usar al tío real, lo buscaron y ahí está. Fiel a su fama, en su primer día de rodaje llovió. La vida imitando al arte imitando a la vida. Otros dos ejemplos del casting: al Calogero mayor, Lillo Brancato, le habían dicho desde siempre que se parecía a de Niro, sobre todo por el origen y por una verruguilla, y desde pequeño había divertido a la gente imitándolo en ‘Taxi driver’. Cuando el director de casting lo vio, lo contrató ipso facto. Por su parte, el papel de madre de Calogero fue a parar a manos de Katherine Narducci, una madre que llevaba a su hijo de 9 años al casting de Calogero pequeño. Le dijeron que el papel de la madre estaba libre, lo pidió y se lo dieron. Su hijo, por su parte, no consiguió el papel. Años más tarde, tanto Brancato como Narducci ficharon por ‘Los Soprano’. Todo este tipo de historias, como se ve, refuerzan la idea de comunidad, de familia grande, de estar todos emparentados, y de encontrar negocio a base de conocidos, primos y vecinos. Es lo que decía Sorvino antes: nadie tenía que explicarles este tipo de cosas, que sólo pueden pasar en Little Italy.
ResponderEliminarY lo que quedó, para volver a donde empezamos, refleja una gran influencia formal de Scorsese, seguramente debida a De Niro. Por ejemplo, en el uso continuo de la música por debajo de las escenas, en especial las de violencia, a menudo mezclando una canción bastante suave y gentil, de cantante de traje y clavel en la solapa, con imágenes de brutales palizas. Otros motivos también son scorsesianos, aunque probablemente no se deban a él exclusivamente: la voz en off, por ejemplo, por un lado ya venía de la obra de teatro, pero por otro no habría habido ningún problema en concebir un guión entero sin ella, a base de diálogos. Sin embargo, se mantiene como recurso que añade información constantemente junto a las imágenes y las conversaciones, a veces todo junto a la vez en pantalla, lo cual es una constante en la obra de Scorsese. Este tipo de elemento ¿está ahí por influencia de Scorsese, o porque simplemente le pega bien a esta película? El hecho de que varios directores y guionistas conciban sus películas de mafiosos así ¿se debe a un maestro primigenio, o es que responde a una sensibilidad italoamericana ‘de poso común’? ¿Scorsese es el maestro, o es el alumno que aprendió de las calles y ha dejado huella a base sólo de contar lo que fuimos, huella que ahora siguen otros, pero que hubieran encontrado igual sin él?
Sea como fuere, ‘Una historia del Bronx’ se queda en los primeros minutos de ‘Uno de los nuestros’. Como se recordará, Henry Hill, al igual que Calogero Anello, también pasa por esa fase de fascinación infantil viendo cómo mientras tu padre curra todo el santo día por cuatro perras, otros tienen dinero a espuertas sin hacer nada más que estar sentado de charleta delante de un bar o una barbería. Un día te dicen eh oye tú (porque obviamente estamos en un tiempo en el que los críos andan todo el día por la calle a su bola), te mandan hacerles un recado chupao, y te dan de propina, como quien no quiere la cosa, el billete más grande que has visto en tu vida. Y lógicamente el chaval pasa a estar agradecido a ese señor del traje, a pensar que es un tío guay, porque te da pelas por trabajillos fáciles y no te echa broncas. Y poco a poco, el niño, que es niño, pero no imbécil, va pensando que su padre, al que hasta ahora adoraba, como es normal, igual no es el tío más guay del mundo. Más bien al revés, incluso, que es un perdedor, aceptando su duro trabajo mientras que otros viven mejor enfrente de sus narices. Y que no sólo no quiere vivir bien, sino que además te echa la bronca por intentarlo tú, que con diez años tienes más agallas que él. O eso crees.
ResponderEliminarEn ‘Uno de los nuestros’ Henry quema etapas rápidamente (y no sólo etapas, sino también los coches de unos enemigos de Paulie). A partir de ahí, en poco tiempo tenemos a Henry con el careto de Ray Liotta hecho un adulto ligón, ladrón y completamente metido en el ajo, con Robert De Niro como mando inmediato en lugar de como padre autobusero. ‘Una historia del Bronx’ se queda mucho antes, y transcurre enteramente a los 9 y a los 17 años de edad del protagonista. Un protagonista que además, si hemos de creer que la historia es básicamente una biografía del propio Chazz Palminteri, no acaba con Calogero delinquiendo por doquier, sino apartándose del mal camino. Aunque cuando aparece Joe Pesci al final (¿más Scorsese?) nos queda la duda de si no intentará echarle el guante otra vez al pez que se escapa.
Una cosa que tienen en común Henry y Calogero es que no rajan ante la poli. Una gran diferencia, sin embargo, es que Henry no raja de algo que hizo él, aunque a órdenes de Paulie (vender tabaco ilegal), mientras que Calogero simplemente no identifica a Sonny como autor de unos disparos mortales en apariencia originados por una disputa de tráfico. En ambos casos, sin embargo, haberse chivado hubiera llevado a ambos, y a sus familias, a grandes problemas. A ambos se les alaba el valor por resistir las presiones de la ley, y más a tan tierna edad, pero más bien lo que se alaba es su cobardía y su sometimiento a otra ley, la de la calle, y a otro arma, el miedo. Lo valeroso hubiera sido hablar. Y algunos lo hacen. Por eso, encontrar a alguien que te sea fiel desde tan joven es una auténtica pepita de oro. Y por eso Paulie y Sonny se fijan en esta nueva perla de la cantera en seguida.
Dejamos a Henry y seguimos con Calogero ahora. Al tener más tiempo para explorar su juventud, con él entendemos mejor las complejidades de por qué escoger un mundo sobre otro. Y lo más complejo es que Sonny, el malo, en realidad no parece malo en absoluto. Empieza apareciendo como el tío más guay del barrio, desde la mirada de un grupo de chavales que imitan sus gestos, y cada cosa que hace agranda su figura aún más a los ojos de C, como lo rebautiza Sonny al estilo de la calle (en ‘Los Soprano’, Christopher llama T a su tío Tony, por ejemplo). Su consejo principal, el de recibir dos educaciones, Sonny lo cumple a rajatabla. Henry abandonó el colegio por Paulie (y el cartero de su familia se vio con la cabeza en un horno para evitar que sus padres recibieran cartas del colegio), pero C no sólo continúa yendo a clase, sino que recibe lección tras lección de Sonny. ¿Alguien que no te cae bien no te devuelve los 20 dólares? Genial. Por el módico precio de 20 dólares, ese tío no te volverá a hablar nunca. Te has librado de él. ¿Adoras a los jugadores de béisbol? ¿Por qué? ¿Con todo lo que ganan, qué problema pueden tener? ¿Acaso pagan tus facturas? Algunas de estas lecciones son de las que debieran dar los padres y todo.
ResponderEliminarPor supuesto que también tenemos el momento en el que Sonny mata de unos tiros a alguien en plena calle, pero seguramente otra de las razones por la que Sonny ‘mola’ es porque nunca lo vemos delinquir. Sólo lo vemos cargado de dinero y trajes caros, y sabemos que no es trigo limpio, pero nunca le vemos obtener ese dinero por medios violentos. Incluso en la escena de la paliza a los moteros puede argüirse que si bien a Sonny y los colegas se les fue la mano un tanto, los de las Harleys se lo estaban buscando. Como mucho lo vemos ganando dinero a los dados, pero por muy prohibido que esté, los jugadores participan voluntariamente y no vemos siquiera que Sonny haga trampas. Así pues, Calogero está mucho más protegido que Henry, y no llega a meterse tan hondo ni de lejos.
Aquí es donde llega el padre a rellenar los huecos que faltan. Si es una genialidad hacer de Sonny un personaje de gran atractivo para un crío, también lo es evitar convertir al padre en un monstruo. Cuando el padre de Henry se enteró de que andaba con los mafiosos, le pegó una paliza del quince largo, logrando con eso que su hijo se distanciara de él. Lorenzo, a pesar de estar perdiendo puntos rápidamente a ojos del chaval, demuestra su preocupación sin palizas, pero con firmeza, y además explicando las cosas. Este dinero que te dan jugando a los dados no puede entrar en casa porque no está ganado limpiamente. Sonny no es admirado, sino temido. Y lo realmente ahigadado no es pegarle un tiro a alguien, sino currar honradamente todo el día. De hecho, el punto crítico de toda la historia descansa en una frase que se dice varias veces durante la película: ‘The working man is a sucker’. El currante es un gilipollas. Viendo el ejemplo de Sonny y de su padre, Calogero es quien tiene que decidir si está de acuerdo o no con esa frase, y actuar en consecuencia. Además, el ejemplo de Lorenzo es bastante serio y extremo. Renuncia a una propuesta de encarguito de Sonny e incluso se enfrenta a la madre cuando ésta se demuestra dispuesta a aceptar el dinero de los dados que le dan a Calogero, porque no le parece dinero mal ganado, ya que no hay crímenes de por medio. Lorenzo ve claramente que tras el cebo vendrá el anzuelo un día, y que así es como Sonny pesca sus peces. Se ha de renunciar a todo, y lo sigue demostrando el día del boxeo, cuando tras pagar con su modesto sueldo unas entradas de las más alejadas, rechaza la invitación de Sonny para sentarse en mejores sitios. A Calogero entonces se le ve el deseo de aceptar, la contrariedad por no recibir el permiso, y el inicio de cabreo por la decepción que le transmite su padre al ver que quiere irse con su amigo rico. Sin embargo, Lorenzo se ha ganado con su ejemplo la fidelidad final de su hijo, y el guión lo refleja muy bien aquí: no es una escena de amor paternofilial con nubecitas y música de arpa, sino un reconocimiento ganado a base de sacrificios, renuncias y honestidad. La recompensa por elegir el camino difícil – e incluso el motivo por el que se escogió ese camino: para que un día pudieras pagar unas entradas baratas para ti y tu hijo con la conciencia tranquila.
ResponderEliminarTan buenas figuras paternas resultan tanto Sonny como Lorenzo que en algunas cosas incluso coinciden, como en la de la relación de Calogero con Jane Williams (Taral Hicks), la adolescente negra. Ambos, cada uno en su momento, le aconsejan que haga lo que le parezca, incluso en contra de la corriente dominante de racismo violento que se vive en esos años. Un hecho poco conocido es que el movimiento migratorio más grande de la historia de Estados Unidos no es el de los famosos irlandeses de la hambruna de la patata, ni de los chinos, ni mejicanos ni ningún otro, sino el desplazamiento de la población negra desde el sur ex esclavista por el resto del país. Y este movimiento no se produjo justo tras la Guerra de Secesión en el XIX, sino con la extensión de la mecanización agraria en la primera mitad del siglo XX, junto al abaratamiento de los transportes. Esto provocó que en muy poco tiempo los italianos del Bronx se sintieran verdaderamente invadidos por los emigrantes negros, y la reacción más corriente era aversión, odio, miedo y violencia. Sonny y Lorenzo se demuestran un calibre por encima de los demás, y llegan a la misma conclusión basándose seguramente en experiencias contrapuestas: Lorenzo no entiende de blancos o negros, sino de buenos o malos trabajadores, y Sonny lo que requiere es respeto a sus reglas. Si no, lo mismo apaliza moteros blancos que adolescentes italianos imbéciles. Así pues, al final Calogero sí que recibe una buena educación, de dos escuelas, ambas seguramente necesarias en su momento y circunstancias.
Un par de cosas para terminar. El test de la puerta del coche que propone Sonny es obviamente una de esas cosas de psicología barata que es mejor desechar, pero contiene una raíz de lectura provechosa, aunque poco romántica, y es el darse cuenta desde joven de que de una persona hay que leerlo todo, no sólo lo que te enamora. La finalidad del test no es demostrar el amor de alguien, sino su generosidad, o al menos su falta de egoísmo. Seguramente Sonny se ha visto obligado siempre a desarrollar un radar especialmente afinado para detectar la lealtad (o falta de ella), y si esa es la especialidad donde se demuestra sabio, esos son los consejos que transmite, junto con su corolario implacable si el test se falla: “Dump her”. Déjala. Me pareció un gran detalle de caracterización.
ResponderEliminarPor último, el hecho de que en el mismo día se produzca el test de la puerta, el desastroso ataque racista, y la muerte de Sonny a manos del hijo del asesinado al principio, queda un poco demasiado perfecto y redondo, recogiendo varias lecciones morales y sociales en un solo ramo muy bien atado. Pero bueno, para eso está la licencia poética, y la verdad es que hasta entonces el guión se lo ha ganado. Qué pena que luego la vida real se entremeta: Lillo Brancato fue condenado a principios de 2009 a 10 años de cárcel por robo en vivienda, junto a un ex mafioso de verdad de 48 años. En el incidente el otro tipo mató a un policía. Si es que algunos no aprenden, ni con dos escuelas.
Menuda tesis!!! Así da gusto empezar cualquier tema!!! Una cosa que me encanta de la película es, como bien dices, la templanza de Lorenzo. Seguramente pasa ganas de estampar al chiquillo contra la pared, pero siempre demuestra mucho autocontrol, la paciencia suficiente como para explicarle las cosas. No vayas por ahí, no aceptes dinero sucio, ese tipejo no es un héroe, los héroes somos los que nos levantamos temprano durante toda una vida. No le aman, ni le respetan, le temen. Pero le da aire al chiquillo. No sé si porque asume que, al final, hará lo que le dé la gana, porque confía en que lo verá por sí mismo, porque no desea que la relación entre ellos se vuelva una guerra... el caso es que el personaje de Lorenzo se aleja por completo de otros "padres italoamericanos de clase humilde y tirantes" a los que solemos ver en muchas pelis siendo currantes, sí, pero también violentos, ariscos, de mano suelta, profundamente machistas y bastante borrachines. No precisamente de los que se toman la molestia de explicar algo si pueden solventarlo con una bofetada. El personaje de Lorenzo (sea un calco del auténico Lorenzo o no) huye de ese estereotipo. Parece un hombre de mucho mucho genio (o será que ya no puedo ver a DeNiro de otro modo??) pero honesto realmente, y con buen fondo. No tiene nada de estúpido ni de bravucón, pero tampoco parece que sea cobarde. Quiero decir que te lo imaginas pegándose con Sonny a pecho descubierto, pero también sabes que no lo hará, y no por cobardía, sino porque tiene principios y los mantiene. Condena la violencia, así que no la ejerce, defiende su modo de vida, así que no quiere estropearlo metiéndose en un follón con ese tipo de gente. No cede nunca, no teme hacerle un feo al mafioso rechazando sus ofertas, se mantiene firme. No parece cobarde en absoluto. Se domina, que no es lo mismo.
ResponderEliminarPero tampoco caen en el error (a dios gracias) de mostrarnos una especie de santo poco creíble. Las cosas son como son. No le lleva rosas a su mujer, no suelta ñoñeces, y cuando se entera de que al hijo le gusta una chica negra no monta el pollo como harían otros (porque ya vemos que no es de esos) pero su primera frase es (Calogero le había dicho que al que le gustaba la chica negra era a "un amigo", lo típico): "es que tu amigo no encuentra chicas blancas para salir con ellas?" No se enfada, no la lía, no se mete, pero tampoco oculta un prejuicio que era tan obvio en aquellos tiempos que no debía ser ocultado. El cine americano creo que peca muchas veces de vendernos la moto más idílica (y hasta cuando nos pintan a Leónidas era un padrazo excelente y marido ejemplar, al que sólo le faltaba llevar a su niño al baseball, al más puro estilo Wisconsin) pero creo que eso no pasa con el cine "de italianos". Es más, casi pecan de lo contrario. Se agradece que sean sinceros, aun a riesgo de caer en el tópico, o que en casos como este se queden en un punto tan creíble.
ResponderEliminarSonny no lo hace mal como profesor tampoco. Verdades como puños, desde luego. Ninguno de tus ídolos te pagará el alquiler. Claro, lo malo es que vete a saber por quién se lo hace pagar el propio Sonny. Ha elegido el camino de no ser un currante, un cualquiera, vive bien, tiene éxito. Nos cae bien porque es eso lo que vemos, el lado bonito y cool. Pero es pura excusa, pura justificación. El éxito no lo justifica todo, aunque él se empeñe en que sí y así se lo venda a C. El éxito de Sonny, a lo mejor, se basa en parte en explotar a pobres currantes como Lorenzo, a los que tanto desprecia. Eso no lo admitiría, seguramente. Él ha triunfado porque ha sido listo, punto. El resto mejor no verlo ni comentarlo. No sé si C llega a esa conclusión, o si sencillamente, viendo cómo acaban las cosas, deduce que el precio del éxito es demasiado alto. Lo que queda claro es que parece muy agradecido por las enseñanzas de Sonny, aunque las decline. Suponemos que las declina, aunque tampoco queda claro del todo. Y también aprende a estar agradecido a su padre, al que había tirado del pedestal por llegar a creerse que, como decía Sonny, hay que ser un paleto y un perdedor para vivir de honrado currele y pasarlas putas, pudiendo ser un triunfador. C le "perdona" a su padre que no le haya dado una vida de lujos. Aprende a calcular cuánto vale la honestidad de ese hombre, que quizá nunca tendrá fajos de billetes ni entradas caras para el boxeo, ni recibirá palmaditas en el hombro de secuaces, subordinados y atemorizados varios. Pero dormirá casa noche tranquilo sabiendo que todo lo que tiene se lo ha ganado sin pisar a nadie. Además, hay escenas y momentos que plasman un enorme contraste. Sonny recibe toda esa adulación, cierto, pero y si Lorenzo tiene razón y es por puro temor? Sin embargo, al propio Lorenzo, que no es nadie, la gente no le da palmaditas, pero le saludan al subir y bajar del autobús. Eso es algo que C sabe desde niño: todo el mundo conoce a su padre, su padre charla con todos, se interesa por todos. Resulta que, curiosamente, Lorenzo sí era un hombre realmente respetado en el barrio. Quizá mucho más que el propio Sonny.
El detalle del test?? Parece la mayor de las chuminadas cuando lo lees, pero viniendo de Sonny tiene, efectivamente, su lógica. Sonny no tiene tiempo para estudiar a fondo a la gente, necesita saber rápido si alguien es o no de fiar. Cómo saberlo, por ejemplo, con las chicas? Descartando lo antes posible que una no sea una egoísta, una egocéntrica que sólo piense en sí misma. Es su baremo. Si una chica se toma la molestia de abirte el seguro del coche, algo tan simple pero que no a todo el mundo se le ocurriría, tienes una buena pista. No deja de ser una bobada, pero es una bobada con cierta gracia.
ResponderEliminarLa muerte de los amigos de C es impactante, pero supongo que forma parte de la lección. Ni siquiera eran chicos de Sonny. Pero es que se puede ser imbécil sin ser mafioso. Se puede ir por el mal camino de muchos modos. Uno de ellos es dejarse llevar por estúpidos prejuicios, y meterse en guerras inútiles. Eso es algo en lo que hasta Sonny estaría de acuerdo con el propio Lorenzo. Un mafioso que primero intenta con educación echar a unos moteros rarunos de su bar no es un tarado que recurra a la violencia porque sí. Si luego se le ponen bravos, bien, entonces vale. Faltaría. En mi propia casa me vas a faltar al respeto. Amos anda. La gloria de mia mamma. Te reviento. Y encima es culpa tuya. Pero ir a prender fuego al barrio de los negros, sólo porque andan por aquí en bici? Eso es de anormales, buscarse problemas a lo tonto. No demuestra inteligencia. Matar pa no sacar beneficio es una chorrada. Como lo de los veinte pavos. Barato te sale librarte de un capullo.
Sabía que la habían rodado en Queens, y también lo de las condiciones de Chazz. No tenía ni idea de que el Gafe era el auténtico! (Qué valor tuvieron al ficharle, se les podría haber quemado el set entero, por lo menos!) También sabía que Brancato andaba con Los Soprano, pero no tenía ni idea de que se había metido en líos de verdad. Qué tío. Anda que no se sabía la lección, éste. Esto es como rodar Tiburón y luego hacerse surfero en Australia. Es ir provocando. Y qué ha sido de él? Habrá dejado la serie, no? O han dicho que está en la trena y graban las visitas pa que quede real? Jojojo. Por cierto, es verdad que se parece tela al DeNiro.
Me alegro de que te haya servido de algo, y es que hay ciertas películas con las que da gusto reflexionar en cierta profundidad.
ResponderEliminarBrancato sólo salió en 'Los Soprano' 6 episodios en el año 2000, y además la serie ya terminó en 2007. Por cierto, que ya sabes que para ciertas cosas soy un coñazo, así que vuelvo a repetirte que te veas la serie pero sha. Si ayuda, te diré que ni siquiera está de moda (a ver si así cuela).
Sobre los italianos violentos, las camisetas sin mangas típicas que llevan, en jerga se las llama 'wifebeater shirts': camisetas de apalizador de esposas. Así que ya ves que imprimen carácter.
Lorenzo se enfrenta un par de veces a Sonny, y en la última, Sonny le pega un puñetazo al estómago. También es mala pata que sea justo la vez en que Sonny estaba intentando sacar a Calogero del apuro de irse tras los negros, pero Lorenzo se fía tan poco de Sonny, porque sólo ha visto una faceta de él, que no le deja contarle por qué estaba hablando con C.
Sobre los tópicos de la dureza de los italianos, me encanta el principio, cuando Calogero describe las noches veraniegas del Bronx, llenas de música y del sonido de los hombres 'romancing' (cortejando) a las mujeres. "Maria, get into the fucking car!", se oye en ese momento. Juas.
Cierto, llegan a las manos, pero salvo por ese momento de tensión ni uno ni otro se pasan con el contrario. Es curioso. Y ni en Lorenzo parece cobardía ni en Sonny desprecio. Igual me paso de ñoña, pero hasta parece que tengan una especie de pacto de no agresión por causa de C. Qué cosas.
ResponderEliminarSí, es divertido cómo "romancean" los italianos. Juas. Y también la forma repugnante en que los chavalitos fardan sobre ellas. Que si esta es una guarra, que si hazle la prueba del camionero y la chupada... tremendo. Da lástima pensar cuántos chavales se hacían adultos pensando así (y todavía hoy, por desgracia) pero también da una cierta "ternura", en plan de "tú mucha revista guarra, pero en realidad no has estao cerca de una penca en tu perra vida. Las ganas". No deja de sonar a fantasmada supina de mozalbetes, a los que luego te imaginas coloraos si una chica les mira a los ojos.
Por cierto, que una cosa me mata de la risa. Qué otra comunidad norteamericana es archifamosa (y así se muestra en las pelis) por su exarcebado machismo y su repugnante manera de hablar de las tías? A quiénes conocemos que hasta sean incapaces de decir "mujer" o "chica", usando siempre desafortunados "sinónimos" como: chocho, puta, zorra, guarra... ?? Los negros!!! No es pa troncharse??? Te ves una peli de barriada afro marginal y lo más fino que dicen de las tías es pa romperles la bocaza. No deja de ser curioso lo mal que se llevan italo y afroamericanos entre sí (ancestralmente casi) y lo parecidos que son en algunas cosas. Aunque seguro que se matarían antes de admitirlo.
Digo más, el italiano, al menos, intenta compensarlo pasándose de zalamero cuando le interesa. Pero es que el afro... maemía. En su misma cara lo suelta. Qué fuerrrrte.
Conste que me refiero a cómo los pintan en el cine, y la mayoría de las veces se pintan así ellos solos. Directores negros e italos. Sin cortarse un duro. Que sea un reflejo de la realidad, o mero rollo "marginal", o leyenda urbana, o prejuicio convertido ya en mito del cine, no lo sé. No he pisado los USA pa documentarme.
ResponderEliminar;)
Más que un pacto, es que Sonny sabe que en cuanto tocara a Lorenzo, perdería a Calogero inmediatamente. Lorenzo, por su parte, se le pone flamenco a Sonny, pero en ningún momento amenaza con echarle encima a la poli. Sólo quiere que deje en paz a su hijo, porque es suyo, y porque se ha ganado su independencia de la sombra de Sonny a base de no querer trabajar para él en absoluto. Hay unas reglas. Si Sonny acaba dándole una colleja a Lorenzo es porque en ese momento concreto no sabía lo que estaba pasando, y esa vez cuela.
ResponderEliminarSobre los hombres y sus mujeres, me temo que eso pasa con todos los grupos. La basura blanca (white trash) de gorra de béisbol, cerveza en la mano, taco de billar y caravana putrefacta también trata a sus mujeres con una galantería suprema, palmadas en el culo y exigencia de que muestre cacho. Ej que semos así.
Por otra parte, no todo es así tampoco todo el tiempo. Los italianos son un poco sobraos, pero luego tienen a Frank Sinatra, Tony Bennett, Dean Martin, que le cantan a una en ese traje y en esa voz y ois, qué derretidura. Además, tienen la suerte de que les rima 'cuore' con 'amore'. Así no vale.
Y los negros, por cada rapero gilipuertas con sus 'bitches' y sus 'hoes' tienes un Marvin Gaye, un Percy Sledge, un Barry White, un Ray Charles o un Stevie Wonder que te dicen que sólo te han llamado para decirte que te aman. O en tu caso, que son las dos de la mañana y no puedes dormir, toc toc, jur jur. ;)
JAJAJAJAJAAAAA, eso no lo había leído, qué peazo cabrito que eres. Ya ves, cada uno con sus técnicas. A mí si hay algo que me mata es que un tío cante bien, mira tú la chorrada. Pero los que cantaban bien salieron rana, también hay que decirlo. Y los que no cantan bien se lo tienen que currar de otra manera. Sálvese quien pueda. Que si te llevo a dar una vuelta en moooooto (conmigo eso tampoco falla, oiga), que si te tengo un mes a cafeses pero no intento naaadaaaa (y ahí sale mi parte niña: primero el "ay, por dios, este no querrá algo, no?? Porque ni puñetera gana!!" y a los dos días "pero la madre que me parió, será posible que el muy gilipollas no quiera nada?? De qué va?? A que no lo gusto, al cacho imbécil??") y el golpe de gracia: "ay, que tengo un no sé qué que qué sé yo y no puedo dormir". Hala. Sutileza total. Jugar al ping pong. Dejarla caer sin decirlo, pero con contundencia. Eso me mola. Yo no digo nada, pero a oscuras tampoco te tengo. Amos, que porque usted y yo sabemos lo que es un coito, que si no...
ResponderEliminarSiguiendo con ciertos mitos: de verdad de la buena es posible que a tantas mujeres les guste que las traten mal? Será que no han visto otra cosa ni la creen posible? El rollo de tío malo sigue triunfando a estas alturas? Todavía hay tantas que se creen eso de: "a este lo cambio yo"? Porque una puede tener la deformación esa Wendy-Madre (yo la tuve) de enamorarse de los yonkis y los perroflautas pa salvarlos con mi amor (juas), pero por lo menos eran majetes, oyes. Eso de enamorarse de tíos que se dirigen a las mujeres con el "puta" y el "chocho"... mucho los habrá que querer, macho, porque echa patrás a la más pintada. Porque si la mujer es la "calla la boca, cacho zorra", el concepto de tía así en general cómo será. Cómo tratarán a la que no les importa un cuerno?????
A las tías en realidad lo que les pone son los tíos que saben hacer algo. Cantar, por ejemplo. O bailar, o cocinar, o conducir motos, o escribir cuentos, o tocar la guitarra, o arreglar cañerías, o contar chistes (por eso los humoristas, por feos que sean, siempre salen con tías buenas). Obviamente, han de ser cosas que a ella le interesen, porque por ejemplo con el fútbol o la física nuclear no funciona normalmente. Para otras serán lucir vaqueros o saber de trapitos (por eso el amigo gay suele tener éxito). Y ya si se juntan varias de esas es el acabose.
ResponderEliminarNo sé si habrá tantas mujeres a las que les guste que las traten mal. Si a alguna le va, seguramente no piensa que la están tratando mal, sino que le va el macho ibérico, de los que se pone celosón y que no la trate con miramientos. El año pasado leí sobre una tipa inglesa de clase alta a la que le dio por ir de pubs de clase obrera a buscar otro tipo de tíos (a los que por otra parte les suele molar ligarse tías pijas de vez en cuando), y decía: "en cuanto salió del pub él primero sin abrirme la puerta ni sostenérmela para que saliera yo, supe que había encontrado lo que quería". Una especie de test de Sonny, pero al revés, vaya. Luego, a casa, revolcón sin miramientos, y nada de ducharse al acabar y ponerse el pijama. Dormirse como quedaste, a la mañana siguiente otro, y cerveza pa desayunar.
Muyeres, fía.
Muyeres y homes, salao. Porque anda que a algunos también les va cada cosa... No son pocos los que admiten que les ponen las pencas con mala leche, burras, celosas, posesivas... amos, lo que otros definirían como "histéricas" y de las que huirían como de la peste. Los hay también (y tampoco son pocos, aun hoy día) que quieren para novia una angelica fina, maternal y modosa y luego se andan encamando con lagartonas y chonis de todo pelaje. Los hay, porque quedan, de los que separan muy mucho con quién follar y con quién sentar la cabeza (y entre ellas se da también, ojo). Los hay que pa uno o pa otro sólo quieren tías buenas y lo demás es secundario, aunque sean auténticas merluzas impresentables (y de nuevo entre ellas también pasa).
ResponderEliminarHay mujeres que no soportan un piropo guarro y otras a las que les va que las traten en plan rudo. También hay tíos que hasta pagan pa que les humillen. De todo hay en el meraco erótico/sentimental.
Y sí, también las hay que saben de fútbol y de física nuclear. Igual menos de lo primero que de lo segundo, pero vaya, tampoco es que haya muchos tíos que sepan de física, eeeeeh??