Pocos títulos, pero cuidados

¿Necesita el mundo otro blog de cine? Pues seguramente no. Pero aquí está de todas formas. Bienvenidos a los que quieran quedarse. Lo principal que se debe saber es que este blog incluirá pocos títulos, pero tratados con espacio y cuidado (hasta donde llegan las luces de quien escribe), y que cada entrada consta de (1) presentación (sin spoilers) de cada título, para quien quiera pensarse si verlo o no, o recordar cuál era, (2) carátula, y (3) comentario/discusión de cierta extensión (con spoilers y sin avisar), para leer después de verlo.

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sábado, 21 de marzo de 2009

Vértigo (1958)

Un ex policía es contratado por un marido para vigilar a una esposa que a veces olvida dónde está y se porta de forma extraña, como si estuviera poseída. Sin embargo, la trama es lo de menos en esta película que no acabó de funcionar en su momento, pero que ahora se tiene entre las mejores de Alfred Hitchcock, ya que es de las que mejor demuestra sus propias manías y obsesiones. El hombre torturado, la rubia de hielo, el suspense en escenarios conocidos y otros motivos típicos están todos presentes en esta delicia para psicoanalistas.

El cine es apenas un bebé, comparado con otras manifestaciones artísticas, así que el fenómeno por el cual la obra de sus principales representantes se reevalúa tras su muerte y acaba perdurando o pereciendo en el olvido está también en su infancia. Y uno de los casos más claros hasta ahora es el de esta película, que no funcionó nada bien en el momento de su estreno, pero que ahora se tiene no ya solo como de las mejores de su director, Alfred Hitchcock, sino de la historia del Séptimo Arte.

En 1958 Hitchcock ya era más grande que sus películas, y su apellido vendía entradas por sí solo, a menudo apareciendo en letras más grandes que el título. Tal tipo de fama traía como consecuencia unas expectativas muy determinadas: lo que el público quería era una nueva ración de intriga, misterio y tensión hasta la resolución final. Y en lugar de eso se encontraron con el bueno de James Stewart, el yerno/primo/tío/cuñado que toda familia americana querría tener, convertido en un obseso fetichista, acosador, caprichoso, enfermo y abusón. Además, el misterio que resolver/adivinar era bastante simple, casi decepcionantemente fácil, y el resto del metraje parecía poco más que relleno, con todas esas escenas de Jimmy Stewart conduciendo de acá para allá por San Francisco y alrededores vigilando a su objetivo, convertido luego en obsesión. Y para rematar, están esas extrañas escenas de sueños y visiones con animación incluida, llenas de colorines, donde el gran Hitch parecía haberse pasado de la raya en cuanto a experimentación.

¿Qué ha pasado entonces para que la consideración actual de este film haya cambiado tanto? Pues, como Martin Scorsese dice, la clave está en que es una película excepcionalmente personal a pesar de estar hecha en el marco de una gran productora. Si se ha convertido en objeto de estudio y atención específica es porque el tema que trata es, simplemente, el propio Hitchcock. Importa poco que haya policías retirados, misterios que resolver, o planes para un asesinato perfecto: el verdadero alma de la película es la mente que la creó. Entendiéndola se entiende gran parte del cine de Hitchcock, y por eso se recomienda tan a menudo.

'Vértigo' es una película sobre la obsesión, y Hitchcock era famoso por sus obsesiones. Se suele decir que ser director de cine es uno de los pocos oficios dictatoriales que quedan en el mundo, pero Hitchcock tenía una manía controladora superior a la media. A pesar de que muchas de las batallitas sobre el odio que se tenía con muchos de sus actores y actrices son exageradas, sí que dijo alguna vez que los actores deberían ser tratados como ganado. Para él, la película era perfecta cuando él acababa de revisar el guión y la tenía imaginada en su mente, de una forma tan definida que durante el rodaje no se acercaba apenas a las cámaras. El llevarla a la pantalla suponía para él una pérdida de al menos el 40% de esa visión original. Así pues, esta forma de ver su profesión debía ser a menudo una fuente de grandes frustraciones, al verse rodeado de actores de los que debía de sacar como pudiera las imágenes perfectas que llevaba en su cabeza. Y si algún personaje se acerca a ese tipo de mente obsesiva, ése es sin duda John "Scotty" Ferguson (James Stewart), el ex agente de policía que dedica la segunda parte de la película a convertir a una mujer en otra, obligándola a vestirse y peinarse como la que le impresionó en la primera parte. Este tema obsesivo aparece reforzado por el hecho de que ambas mujeres en realidad son la misma (Kim Novak), y porque, además, Scotty sólo resuelve el crimen cuando acaba de terminar esa transformación, y Judy, ya teñida de rubia y vestida como Madeleine, se pone el colgante que aparece en el cuadro de Carlota Valdés. Y para acabar de complicarlo, es toda esta historia de obsesión perseguida hasta el límite lo que acaba curando a Scotty de su problema original, el vértigo que empezó a sufrir de forma aguda tras la primera secuencia de la película, una persecución de un sospechoso por los tejados de la ciudad durante la cual muere un compañero policía al intentar rescatarlo cuando Scotty queda suspendido en el vacío agarrado a un canalón. La última imagen del film, recordemos, es Scotty mirando hacia abajo tras haber caído Judy desde el campanario de la misión de San Juan Bautista, cosa que puede hacer solo ahora que un trauma le ha curado otro.

Quizá esto deba analizarlo quien entienda de psicología, pero lo interesante de esta película, pues, no es que explique la mente de Hitchcock (¿puede una película, libro, escultura o cuadro "explicar" la mente completa de su autor?), sino que ofrezca un rayo de luz sobre parte de ella, como un haz de linterna que sólo llega hasta cierta distancia. En 'Vértigo', Hitchcock coge varios elementos, muchos de ellos típicos suyos, y con ellos compone la historia de una forma que a nadie más le habría salido así. Aparte del protagonista masculino con debilidades, enfermedades, impedimentos y traumas que abunda en sus películas, tenemos también por ejemplo el gusto por convertir lugares reconocibles en fuentes de peligro y suspense. Lo hizo con las cabezas de presidentes del monte Rushmore y ahora con el puente y las cuestas de San Francisco o con una típica misión española de las que hay por todo el sur de Estados Unidos. Luego está, por supuesto, el fetiche de la "ice cool blonde", la rubia de hielo, cuidadosamente vestida y peinada, a menudo poco más que una muñeca poco expresiva que luego va revelando una mezcla de peligro y seducción (lo primero provocado por lo segundo, a menudo). Kim Novak es en esta película la expresión más perfeccionada de este motivo. Es más, el asunto del vestido, el peinado y la imagen concreta de una mujer concreta se convierte en tema central, no periférico, del guión. Si lo que la gente venía a ver era la típica película con la vuelta de tuerca inesperada en el guión, Hitchcock se las arregla para que esa vuelta de tuerca sea precisamente ese fetiche del aspecto de la rubia de hielo: el plan de Gavin Elster (Tom Helmore) es asesinar a su mujer haciendo pasar a Judy por ella ante Scotty (de hecho, disfrazándola de rubia él antes de que Scotty se obsesione en hacer lo mismo), de forma que haya un testigo creíble de que Madeleine se suicidó. El plan me parece un poco arriesgado, porque Scotty podría haber visto el cadáver real de Madeleine y haberse dado cuenta de que no era la mujer que él tenía por la esposa de Gavin, pero estas son las cosas que tienen a veces las películas de suspense.

La otra cosa que me chirría bastante es lo del enamoramiento entre Judy y Scotty. Porque no es que se enamore uno, sino que se enamoran los dos, a pesar de lo cual la historia acaba como acaba. No es que me parezca difícil que una mujer se enamore de un poli retirado con la pinta de Jimmy Stewart, sino que lo veo un tanto forzado en este film, aunque obviamente sin ese sentimiento la historia no funcionaría. Judy acepta pasar por el trago de convertirse en Madeleine no una sino dos veces, la primera por dinero, lo cual es un motivo bastante inteligible, y la segunda por amor, pero por un amor de un tono tan torturado que uno debe pensar en qué está pensando la chica. A pesar de que parece resistirse a cada paso, siempre acaba cediendo a cada humillación que Scotty le pide, sabiendo incluso (imaginamos) que hacerlo puede acabar con Scotty adivinando el plan del asesinato de Madeleine. Invito puntos de vista femeninos aquí: ¿un comportamiento así es creíble en una mujer, o es este un lugar donde se nota que la historia original la escribieron dos hombres, el guión otros dos o tres, y la dirigió otro más, de conducta demostradamente peculiar para con el "sexo débil"? Muchas mujeres aceptan humillaciones sin cuento de sus hombres, incluyendo a veces el vestirse como ellos desean, pero ¿hasta el punto de ser obligada a vestirse como otra mujer a la que ese hombre realmente ama? Claro que en este caso, y para complicar las cosas, "la otra" era la misma, aunque rubia en vez de morena.

Y siguiendo con el aporte femenino, me pregunto si esta es una película que parecerá más desasosegante a las mujeres que a los hombres. Desde el punto de vista masculino, el protagonista es un héroe que ha de enfrentarse a varapalo tras varapalo: ve morir a un compañero, sufre un trastorno incapacitante para su trabajo y que disminuye su calidad de vida, se enamora de la mujer a la que ha de vigilar, ésta se suicida delante de él, con el agravante de que él no puede evitarlo por culpa de sus propias limitaciones psicológicas, luego se obsesiona con otra mujer que se parece a la primera y a quien obliga a parecerse aún más, para luego enterarse de que es la misma que antes, pero que colaboró en un asesinato, y que esta vez acaba muriendo de verdad. Por cierto, que no estoy muy seguro de qué pasa con la muerte de Judy. ¿Se cae tras el susto de ver a la monja, o se suicida por remordimientos o por temor a ser encarcelada? No es lo mismo una cosa que otra, desde luego. Por otra parte, Scotty reacciona de una forma bastante seca y difícil de leer. Aparte de que logra vencer su vértigo, no se sabe qué efecto le produce la muerte de Judy y retrospectivamente el asunto entero de su extraña relación con ella.

Decía, entonces, que desde el punto de vista masculino, la historia trata de un detective que ha de deshacer un caso lleno de vueltas y revueltas. Pero desde el punto de vista femenino, la historia trata de una mujer a la que dos hombres maniatan uno tras otro. Si en el primer caso es un simple caso de aceptar dinero por colaborar en un crimen (lo cual ya anuncia no poca maldad por parte de Judy), en el segundo se trata de un hombre que persigue y vigila a la mujer por toda la ciudad y que se obsesiona por ella. Y esto de tener un acosador encaprichado es seguramente uno de los miedos principales que puede tener una mujer, más incluso que un ataque aislado, ya que eso es pura casualidad, mientras que en un acoso tienes que ser tú y solo tú quien sea el objetivo. Y después de eso, la cosa empeora con la historia de que a la mujer se la hace vestirse y peinarse de una forma determinada, y no por un lucir el trofeo, sino por alguna recóndita obsesión del hombre. ¿Dar con un hombre así no sería una pesadilla para una mujer? A mí en concreto lo que más repelús me dio fue la dueña de la tienda de modas, que al presentar los diversos trajes para Judy ignora a ésta repetidamente, a pesar de que está claramente incómoda con las exigencias de Scotty, y se dirige exclusivamente a él, el hombre de la pareja, alabando que sepa exactamente lo que quiere. Puede que esa vieja arpía esté un poco exagerada, pero si no y es simplemente un fiel reflejo de que las cosas eran así en los 50, eso da más miedo todavía, porque entonces no es sólo los propios sentimientos de Scotty y Judy los que encorsetan y atrapan a la chica, sino la sociedad entera del momento. Si hoy en día nadie simpatizaría con una mujer que se dejase hacer algo así, por lerda, tras ver a la tipa ésta dando carta blanca a Scotty, es difícil que no entren escalofríos a las mujeres del público. Espero respuestas al respecto.

Mientras, siguiendo con cosas que pasaban en los 50, volvemos a encontrarnos con censuras y presiones de las autoridades. En este caso consiste en añadir una escena en la que Midge (Barbara Bel Geddes), la otra chica de la historia, escucha en la radio que Gavin está a punto de ser cazado por la policía en el sur de Francia. No se podía dejar un crimen sin castigo. Angelicos.

Y para acabar, normalmente me refiero bastante más al guión que a cualquier otro aspecto de una película, pero en este caso no dejaré de reseñar los títulos de Saul Bass y la música de Bernard Herrmann, que apoyan desde sus respectivos papeles la idea central, usando espirales visuales y sonoras para reforzar esa vuelta a un momento concreto que es la definición misma de la obsesión: quedarse atascado en un instante concreto sin poder salir de él.

4 comentarios:

  1. "Vértigo" no es una de mis películas favoritas de Hitchcok, pero me parece muy buena, y más si analizas de una manera tan minuciosa como lo haces tú :D.
    Hace muchos años que no la he vuelto a ver, pero entre los posos que dejó recuerdo especialmente la complejidad emocional, esa atmósfera de romanticismo fatal y neurótico que sólo sabía imprimir Hitchcok en sus películas. Además creo que la mezcla erótica-estética-poética la hace una obra imprescindible entre los clásicos.
    ... Y Una vez más he disfrutado mucho con tu artículo.

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  2. No puedo darte el punto de vista femenino, pero al menos sí el mío, que, siendo tía, igual te vale para algo. Aunque ya sabes que hablo sólo por mí.

    Vértigo es una gran película y es desasosegante y extraña. Y machista, desde luego, pero no más que tantas otras. En Vértigo se producen varias cosas interesantes. Se da la completa anulación de la mujer en favor de los deseos del hombre, llegando al extremo de tener que ser otra (que luego resulta que es la misma sin serlo y todo ese lío) No sé qué da más miedo, si que un hombre reclame tal desatino "por amor" (menudo amor, sí, amor a otra, a una imagen), si el hecho de que ella transija, o el hecho de que lo hace, también "por amor", o sea, por amor a un tarado que en realidad no la ama. Es enfermizo por ambas partes. Lo que pasa es que no impresiona demasiado si se pone uno en la época. Porque siempre se puede pensar: "qué raros eran, fíjate, qué cosas".

    La otra cosa interesante que ocurre es que, al final, la mujer paga por sus males pasados con la muerte. Es una forma de rendención bastante clásica destinada a personajes femeninos. O las redime un hombre o bien mueren. Depende de la cantidad de "maldad" de ellas. Y es más, es curioso que, en cuanto ella palma, él se salva. Cuando, dada la historia, casi pegaba más al revés: que muriera el obseso chiflado para salvarse ella de su demencia, poder romper al fin con el pasado y seguir con su vida. Pero nanay. Por su maldad primera sufre castigo y muerte, y se le niega el ser amada. Él, en cambio, se comporta como un psicópata, pero termina curándose.

    Que si es creíble la historia de amor? No lo sé. En los años cincuenta tal vez, no tengo ni idea. Otra época, otra educación, otra cultura. Hoy día costaría más creerlo, aunque todo pudiera ser, hay gente para todo. Pero sí, costaría más entender que la tipa no le mandara al cuerno. Y, sin embargo, sigue ocurriendo. En las pelis, me refiero. Y, personalmente, creo que rechina más.

    Cuesta menos creerse a una Melania sumisa, o a la madre de Brick en La gata sobre el tejado de cinc, por el simple hecho de que son "de antes". Cuesta un poco más con pelis más actuales, y sin embargo nos siguen vendiendo historias rarísimas. Al menos a mí me lo parecen, pero también debo admitir que soy rara (así, con todas las letras) y muy muy pocas veces consigo identificarme o creerme mínimamente la psique de los personajes femeninos (casi de cualquiera de ellos).

    En El Padrino nos muestran a una Kate que osa abandonar a Michael Corleone, aunque eso suponga renunciar a los hijos por mucho tiempo. Y, en cambio, nos cuentan luego un acercamiento entre ambos, después de viejos, cuando ya no parece haber nada que lo justifique. Kate le deja porque tiene pánico a su mundo, y admite seguir temiéndole años después, pero también confiesa que le amará siempre. En Drácula (la película, no la novela) Mia se lía a mamporros con el Conde, al grito de: "te odio, te odio, tú mataste a Lucy", para, a renglón seguido y bañada en lágrimas, espetarle un: "te amo".

    En el cine las mujeres perdonan absolutamente todo a sus hombres: la traición, el maltrato, la humillación, la infidelidad, el crimen, todo. Lo que se nos vende es que cuando ellas aman, aman a costa de lo que sea. Unas veces eso se ensalza como virtud, otras se castiga como la mayor estupidez. Porque, no pocas veces, lo que se muestra es que la mujer, cuando siente, pierde el norte, la cabeza y la capacidad de razonar. Se vuelve imbécil. Por eso rechina un poco más en pelis modernas de tramas modernas. La psiquiatra se enamora del paciente, la espía del espiado, la policía del estafador, la chica súper honesta (esa que siempre tiene aspecto de frígida intransigente) del antihéroe más borracho, violento y crápula (cosa que le permite soltarse la melena). Ojo, que también pasa al revés, me dirás. Pero no. James Bond colecciona amantes y se deja seducir por la mala, pero normalmente en ellos es un mero calentón, una locura transitoria que luego superan viendo la luz. Ellas, normalmente, cuando cometen el tropiezo aman hasta las trancas y terminan muertas (por amar a quien no deben), secuestradas (pa que las salven) o perdiendo el trabajo o la credibilidad (cosa que no importa, porque han ganado al tío).

    Lo que rechina más es que aún hoy se dé tantas veces (de hecho ya cansa) la figura de la esposa muerta, violada o ambas cosas, para darle al héroe la excusa de vengarse, por ejemplo. Y de liarse con otra (cuando una mujer enviuda en el cine, ya se muere respetando la memoria del marido, y sólo cede a otros requerimientos bajo el engaño o la fuerza, salvo que haga de buscona y de mala, pero al tío siempre se le perdona que combata el luto y la pena encamándose con una nueva).

    El papel de la mujer sigue siendo muchas veces el de representar la honra del marido, así que es violada, maltratada o asesinada para castigarle a él y propiciar una venganza posterior. Es cierto que muchas veces nos presentan heroínas de armas tomar, pero casi siempre son vapuleadas por sus sentimientos, o se muestran arbitrarias, caprichosas, indecisas, casi histéricas, diría yo. Y, como se les cruce un tío de por medio, ya sabemos que acabará casi siempre haciéndole la colada. Ni siquiera ser una heroína fuerte y decidida te libra la mayoría de las veces de pagar el tributo, véase a la Super Reina de 300, más chula que un ocho ella, incapaz de impedir que un desgraciao la violara y en cambio muy capaz de cortarle el gañote delante del comité de viejunos sacando el orgullo tarde mal y nunca. Inexplicable lo mires como lo mires. Y total pa qué? Pa quedarse viuda lo mismo. Si hasta el más tonto de Esparta sabía que Leónidas iba a palmar, ya me dirás tú lo humillado que se iba a sentir, total, nunca iba a saber que a su señora se la habían beneficiado por la jeta. En realidad da lo mismo, si te paras a pensarlo es bastante difícil ver una película en que no se maltrate o humille al menos a un personaje femenino, de palabra o de hecho, por una razón, por otra o porque sí, sea la heroína, la pareja del héroe o la última mona que pasaba por allí. Y eso rechina bastante, porque una se cansa de ver que sirve siempre pa lo mismo.

    Que hay otro tipo de pelis y de historias? A dios gracias, sí. Pero el que comento es un recurso muy usado y muy asumido, cosa que, como digo, rechina un pelín en estos días y con todo lo que ha llovido.

    No sé si la cosa responde a clichés asumidos, si es un reflejo de la realidad (me jodería creerlo, pero vaya usted a saber) o si responde a la vanidad de guoinistas y directores, la misma que nos vende historias sobre cincuentones que ponen a la de veinte mirando pa Tarifa con los ojos en blanco. Igual también tiene su moraleja soterrada con más o menos disimulo. Al fin y al cabo, los guionistas y directores son los modernos cuentacuentos, y algunas cosas no han cambiado tanto desde los hermanos Grimm.

    Total, que menudo ladrillo. Se supone que sólo tenía que hablar de Vértigo y al final salgo con un amago de tesis. Juas. Ya me vale. En fin, tú me entiendes. O no.
    ;)

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  3. Jeje, tranquila, ya sabía lo que preguntaba y quién podría recoger el guante.

    Una cosa que me ocurre con las películas de antes de los 70 es que muchas interpretaciones, incluso algunas legendarias, me parecen bastante flojas, o al menos no consiguen transmitirme lo que se supone que deben. Seguramente también tienen que ver en esto las convenciones fílmicas de la época en cosas como los disparos de bala que no hacen agujeros o esas escenas de pasión arrebatada que consiste en juntar las mejillas, como si la gente de antes no se diera revolcones de verdad. Son cosas que te pueden sacar un tanto de la historia a menos que hagas un esfuerzo.

    Así que, en este caso, por ejemplo, me paso la película entera pensando si será verdad que Judy se ha enamorado de Scotty o es que hay una nueva sorpresa esperando, ya que al fin y al cabo, estamos ante una de Hitchcock. Kim Novak hace muy bien la parte de rubia gélida, e incluso la de nativa de Kansas un tanto basta, pero la parte de su enamoramiento no me convence, y ésta es esencial, porque si el dinero puede ser suficiente para que se preste a colaborar en el plan de asesinato, no hay ninguna razón para dejarse pasar por lo que Scotty le exige. Incluso al contrario, se corre un gran riesgo de que se descubra el pastel, como de hecho ocurre.

    ¿Por qué pasa esto? Supongo que es fácil achacarlo a que la película es el resultado de varias mentes masculinas, desde los autores franceses de la historia original, hasta los guionistas americanos y el director inglés, y por lo tanto, lo que preocupa es Scotty y sus neuras, mientras que las razones por las que Judy obra así se reducen a un mero 'cosas que les pasan a las tías a veces'. En ese sentido, es una película que ha envejecido mal.

    ¿Es culpa/producto de su tiempo? Pues sería interesante comparar este tipo de roles con los que se les ofrecen a las mujeres ahora, pero habría que tomar una muestra bastante amplia. Así a ojo, me parece que están bastante más cuidados ahora,aunque sigue habiendo un gran número de papeles de esposa de, madre de, churri de, damisela en apuros de.

    Teresa, gracias de nuevo. Supongo que 'Vértigo' mantiene parte de su prestigio porque en una lista de las mejores de todos los tiempos 'debe' haber una de Hitchcock, y entonces ¿cuál escogemos de Hitchcock? Pues la que más refleja esa personalidad capaz de interesarse durante toda una vida profesional entera por historias y personajes de este tipo. Tanto femeninos como masculinos, ojo, que los hombres de sus películas tienen lo suyo tambien.

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  4. Yo creo que sí, son cosas de cliché, de los tiempos, de la censura también, jeje, por qué no decirlo?? Ya sabemos que antes la cosa se quedaba en mejillas apretadas y luego nos sacaban la chimenea. Los muy muy osados se atrevieron luego a que la chica dejara resbalar el vestido y nos enseñara los hombros y los pieses, y aquello ya debió ser la repanocha.

    Pero era con todo, ojo. Una vividora buscona como la prota de Desayuno con diamantes era una delicada dama comparada con cualquier papel femenino de ahora. Angelitas todas ellas, incluso las más pérfidas. Porque hasta la femme más fatal era sexo débil. Es lógico, claro, hay que ponerse en la época.

    Con todo y con eso también es cierto que se nota que era un oficio de hombres y creaban desde su punto de vista. No tenía mucha importancia si la damisela era o no creíble psicológicamente, porque siempre se podía achacar cualquier desatino a: "mujeres! quién las entiende???"

    Tenemos un ejemplo muy válido de lo contrario: Escarlata. Escarlata es un personaje femenino creado por una mujer, y quizá ya sólo por eso es distinta. Pero es distinta sin desbarrar. Porque tiene las cosas normales en una mimada niña rica sureña, es caprichosa, es engreída, es manipuladora, coqueta, etc. Por qué no lo iba a ser? La autora, lo primero que nos dice, es que en realidad no era guapa (aunque Vivien nos lo desmintió con creces!), pero que tenía algo y sabía manejar a los hombres despertando su interés. En Escarlata no rechina que ponga morritos ni que lance jarrones. Tampoco que suspire por el tontolaba del primo (recordemos, además, que al inicio de la historia ella tiene 16 años, es una adolescente) o que se muera del asco en el hospital de guerra (una señorita fina viendo amputaciones????? ARGH!)

    Y en cambio evoluciona, aprende a vivir sin hombres (aunque tiene muy claro que, como decía mi bisabuela "un hombre da mucha sombra"), levanta sus tierras, es dura, es capaz. Es una superviviente. Y lo bonito de esta historia es que, al mismo tiempo, nos muestran a una Melania que es en todo opuesta a Escarlata, pero no nos cae mal, no nos aprece una pánfila. Melania está en su papel, es la mujer de entonces, suave, tierna, más sumisa, recatada, dulce. Y es buena, con todas las letras. Buena porque acepta la limosna de la pilingui para los hombres en el frente, buena porque adora a Escarlata aunque sea lo opuesto, aunque ame a su marido (y Melania lo sabe, porque no es imbécil), buena porque sí, porque lo es, porque no juzga, porque es tolerante con todo el mundo.

    Quizá por eso el personaje de Escarlata ha envejecido muy bien, pero ojo, es que el de Melania también, que es pistonudo. Melania nos sigue cayendo bien, es un poco la amiga o la hermana que todas querríamos, una buena mujer, una buena persona, honesta, recta, pero no talibana, de apariencia frágil pero más capaz de lo que parece. Escarlata era más vendible desde el principio, pero hacernos amar a Melania era la pera, y lo consiguieron. Lograron que en el s.XXI sigamos queriéndola, que no nos parezca una lerda pavisosa, sino una señora con todas las letras, capaz de querer sin juzgar, fiel a sus ideas y resistiéndose a los convencionalismos de la época, pasando de maledicencias, cotilleos y demás. De hecho, Escarlata tiene una lengua más viperina y hasta es más prejuiciosa y carca que Melania, Escarlata se juzga a sí misma con baremos distintos a los que usa para las otras, cosa que Melania, la puritana, no hace. En algún sentido, Melania es más antisistema y menos convencional aún que la propia Escarlata.

    Son personajes femeninos fuertes y complejos, y quizá sea porque había mano femenina detrás, una mano, por cierto, que no tuvo miedo de enseñarlas tal cual, con lo bueno y lo malo, más allá de clichés. Y aunque la película fue cosa de hombres, naturalmente, ese poso quedó.

    Y hoy día, claro, se nota que hay más manos femeninas detrás, pero los clichés son los clichés y permanecen en el subconsciente, y salen. Ojo, para ellas y ellos. Y creo que es, como decía, porque las pelis son los modernos cuentos de la edad media, y esos esquemas siguen aflorando hasta cuando no nos damos ni cuenta. No es tan fácil cargarse los tópicos de toda la vida, ojo.

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