Pocos títulos, pero cuidados

¿Necesita el mundo otro blog de cine? Pues seguramente no. Pero aquí está de todas formas. Bienvenidos a los que quieran quedarse. Lo principal que se debe saber es que este blog incluirá pocos títulos, pero tratados con espacio y cuidado (hasta donde llegan las luces de quien escribe), y que cada entrada consta de (1) presentación (sin spoilers) de cada título, para quien quiera pensarse si verlo o no, o recordar cuál era, (2) carátula, y (3) comentario/discusión de cierta extensión (con spoilers y sin avisar), para leer después de verlo.

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viernes, 23 de enero de 2009

Sombrero de copa (1935)

por Bowman

Alguien dijo que sin un buen guión no hay una buena película. Y tenía razón. Lo curioso es que la ‘trama’, el argumento, es lo de menos al degustar la peli después. Contar de qué va ‘Sombrero de copa’ (‘Top hat’) sería inútil para exponer su entraña. Una convencional ‘historia’ folletinesca de comedia sentimental que narra los problemas de un bailarín profesional americano, el personaje de Astaire, trasplantado a un Londres que sólo ha existido en la imaginación de los americanos de los años treinta. Allí quiere conquistar al personaje de la Rogers, pero la cosa se complica, y no sólo por las reticencias de ella. El momento culminante es cuando bailan y el galán le canta a la dama una canción que hoy es un mito: el ‘Cheek to cheek’.


Como Fred Astaire, yo también bailé el ‘Cheek to cheek’ con una chavala de los años treinta. Claro que bailar, lo que se dice bailar, bailamos la canción, y punto, porque si yo tenía doce años, Mari Puri ya no cumplía los sesenta, y era imposible que bailásemos verdaderamente ‘cheek to cheek’: ella era muy alta y yo apenas le llegaba al pecho. Pero ¿qué más da? Lo que cuenta es el recuerdo imperecedero de esa melodía gloriosa volando en alas de la danza con una chavala alegre y brava que lo mismo cantaba el ‘Cheek to cheek’ que ‘La Internacional’ escupiéndosela al fascio español en la cara o la bellísima ‘Salve regina’ (“mater misericordiae, vita et dulcedo, spes nostra, saaaalveee...”) profanada, a su juicio, por el impío y vengativo vencedor.

Como ‘roja’, Mari Puri fue bastante rarita. Libertad significaba para ella la alegría de vivir contenida en los pasos de baile que Fred Astaire y Ginger Rogers dieron en la pantalla cuando ella era joven. Sin dejar de ser un caballero, Astaire, ni una perfecta señorita, Rogers. Y es que Ginger y Fred podían resultar cómplices, naturales, auténticos y extrovertidos sin convertir a Ginger en una frescales tarambana ni a Fred en un lechuguino calavera. Ginger y Fred encarnaban el ideal de libertad espontánea por el que había luchado la ex-chica bien de los años treinta que fue mi abuela Mari Puri, una libertad educada, divertida y abierta que ponía de los nervios a la España más estirada, rezadora y cavernícola de aquellos años.

Tal vez por eso, Mari Puri fue una fiel aliadófila que celebró secretamente la batalla de Normandía y soñó con la entrada de los aliados en Madrid a los compases del ‘Cheek to cheek’ bajo un mar de claveles. "Heaven, I'm in heaven..." Cuando la conocí, Mari Puri ya no era ninguna chavala, aunque todavía se supiese de memoria la letra de aquella canción y la ‘canturriase’ mientras sus pies me arrastraban al séptimo cielo -un, dos, tres; un, dos, tres- girando y girando con la sutil ligereza de los ángeles. "Heaven, I'm in heaven..."

‘Cheek to cheek’ es una canción de Irving Berlin compuesta con otras, también inmarchitables (como el ‘Picolino’), para esta película que comentamos hoy, ‘Sombrero de copa’ ('Top hat'), de 1935, una peli que llenó de gracia etérea las salas del mundo en años aciagos. La dirigió Mark Sandrich para la RKO, la productora que llevaría a Orson Welles a Hollywood y que unos años antes, en 1933, un poco por casualidad, había encontrado otro diamante en bruto: dos desconocidos secundarios -Astaire y Rogers- bailando en ‘Volando hacia Río’ ('Flying Down to Rio', 1933) como si hubieran nacido haciéndolo. Por entonces, en los comienzos del sonoro, los musicales demenciados se multiplicaban, como se relata en ‘Cantando bajo la lluvia’, el evolucionado musical de la MGM de 1953 que desde hace décadas se tiene por una de las diez o veinte grandes películas de la Historia.

Así que el público quería más Rogers y Astaire. La verdad es que el garbo descarado y la desenvuelta frescura ‘marca de la casa’ que los dos genios comunicaban en aquella pieza -'Carioca'- de ‘Volando hacia Río’ se mantiene intacta setenta y cinco años después. El pueblo, contagiado de aquella magia subversiva, quería más ‘swing’, quería más de aquel ritmo vital y auténtico que parecía improvisado y salido directamente de la imaginación de sus creadores. Y RKO se lo dio.

Total, que Fred Astaire y Ginger Rogers rodaron para RKO como protagonistas absolutos otras ocho películas en los cinco años siguientes, entre 1934 y 1939, que si a ellos personalmente los redujeron a pulpa, también hicieron legendarias e inmortales sus figuras. De la brutal experiencia salieron mundialmente famosos y, supongo yo, mutuamente aburridos el uno del otro. Entonces siguieron, ya como estrellas, cada uno por su lado. En 1949, la Metro volvió a unirlos en ‘Vuelve a mí’.

Las diez películas que rodaron juntos Fred Astaire y Ginger Rogers son:
Volando hacia Río (Flying down to Rio, 1933)
La alegre divorciada (The gay divorcee, 1934)
Roberta (Roberta, 1935)
Sombrero de copa (Top hat, 1935)
Sigamos la flota (Follow the fleet , 1936)
En alas de la danza (Swing time, 1936)
Ritmo loco (Shall we dance, 1937)
Amanda (Carefree, 1938)
La historia de Irene Castle (The story of Vernon and Irene Castle, 1939)
Vuelve a mí (The Barkleys of Broadway, 1949)

Todas ellas son bastante espantositas, pero unos cuantos de los núneros musicales que contienen -no más de diez- las han redimido para los restos. Lo que significaron Fred Astaire y Ginger Rogers en los años treinta, en plena Gran Depresión, no está en los escritos. Una gloriosa sensación que en ‘Sombrero de copa’ -con el ‘Picolino’ y el inmortal ‘Cheek to cheek’- alcanza su cima de vistosa y cremosa suntuosidad. Un espectacular monumento a la cursilería y la impostura que la verdad de las canciones de Irving Berlin y de los pies alados de Ginger y Fred salvan del naufragio y elevan a la eternidad de lo imperecedero. ‘Banal, pero muy hermoso’, que habría dicho el gran cínico, Jorge Luis Borges.

Tal vez por eso, cada vez que veo ‘Sombrero de copa’ y escucho el ‘Cheek to cheek’ se me van los pies y me acuerdo de cómo la joven Mari Puri me llevaba grácilmente por el salón de la casa de mis padres, feliz ella y encantado yo, mientras canturreábamos "heaven, I'm in heaven" tal como ella lo habia canturreado estremecida decenas de años atrás en brazos de mi abuelo, un capitán de la marina mercante que bailaba como los ángeles, mientras los generales traidores preparaban la tragedia española del siglo XX en la siniestra trastienda de sus cuarteles. "Heaven, I'm in heaven..."

No quiero dejar pasar la ocasión de remitir a los lectores de ‘Video Ergo Scribo’ al excelente comentario ‘Fred Astaire y Ginger Rogers’, publicado por Fran Morgado en Lycos y que tanto me ha ayudado a ordenar mis recuerdos. Gracias, Fran. Maestro.

1 comentario:

  1. Soy una enamorada de los musicales, y por extensión adoro a Astaire y Rogers.
    “Alguien dijo sin un buen guión no hay una buena película. Y tenía razón.” Toda regla tiene su excepción y en este caso creo que los musicales son una de ellas.
    Me gustó especialmente esta entrada, mezcla de realidad y ficción… A mí esta película me recuerda a mi madre...

    Un saludo

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