Pocos títulos, pero cuidados

¿Necesita el mundo otro blog de cine? Pues seguramente no. Pero aquí está de todas formas. Bienvenidos a los que quieran quedarse. Lo principal que se debe saber es que este blog incluirá pocos títulos, pero tratados con espacio y cuidado (hasta donde llegan las luces de quien escribe), y que cada entrada consta de (1) presentación (sin spoilers) de cada título, para quien quiera pensarse si verlo o no, o recordar cuál era, (2) carátula, y (3) comentario/discusión de cierta extensión (con spoilers y sin avisar), para leer después de verlo.

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domingo, 28 de diciembre de 2008

007: Quantum of solace (2008)

La vigesimosegunda entrega de la saga Bond se distingue por varias cosas: primero, por ser la más corta hasta el momento (106 minutos); segundo, por ser la primera vez que se trata de una secuela directa de la película anterior (en el sentido de continuar con el mismo caso, en vez de pasar a otro); y tercero, por haber provocado más opiniones encontradas que ninguna otra. Y cuarto, quizá, por la coña de la calle española de rebautizar su rebuscado título como ‘Cuánto sol hace’. Muy apropiadamente, como se puede comprobar durante el metraje y en el propio cartel. ‘Quantum of solace’ en castellano sería ‘Un cuanto de solaz’, o sea, ‘un poco de desahogo / disfrute / esparcimiento’.

Y es que Bond está muy tenso últimamente. Buscando venganza tras los acontecimientos de ‘Casino Royale’, persigue a los componentes de una especie de conglomerado de negocios turbios llamado ‘Quantum’ que no retransmiten sus chantajes vía satélite mientras acarician al gato de Angora, sino que se reúnen en medio de una ópera en Austria, por ejemplo, para tejer sus manejos allá donde se pueda obtener beneficios a la chita callando, en este caso Bolivia. Mientras, dado que las motivaciones de 007 esta vez mezclan mucho lo personal con los intereses de Su Graciosa Majestad, el MI6 de la cada vez más agria M no siempre resulta de gran ayuda para nuestro hombre.


¿Cómo? ¿Una de 007 en medio de tan augusta compañía en este blog? Pues sí, ¿por qué no? Se trata de comentar en profundidad la película de que se trate, no tanto de establecer el Canon Que Todo El Mundo Debe Ver. Además, hay bastante jugo que sacarle a esta película.

La sensación principal que me deja es la de curiosidad, al ver que el mismo motivo que ha encumbrado a la última de Batman, ‘El caballero oscuro’, ha sido usado para denostar al título que nos ocupa hoy. Este motivo es el de una mayor "oscuridad", una mayor "seriedad", un intento de convertir al icono fílmico, Batman y Bond respectivamente, en un personaje más "real". Sin embargo, mientras que Batman, gracias a esa oscuridad-seriedad-realidad, se ha visto propulsado a la categoría de "mejor película en su género", muchas críticas sobre el 22º Bond la colocan entre las peores, o al menos entre las más decepcionantes, de la suya.

¿Por qué?, me pregunto yo. Tras tantos años de quejarse del machismo, la frivolidad y el escapismo de la saga 007, se nos ofrece un Bond que no persigue a malvados de diseño con guaridas secretas dentro de volcanes, o con sicarios de mandíbulas de hierro, o con bases en la luna, sino a corporaciones que se dedican a hacerse ricas a base de robar el agua a un país pobre. Muy poco sexy y muy "real". En el documental-protesta por antonomasia, ‘Zeitgeist Addendum’, se habla de cómo la deuda nacional boliviana obligó al gobierno a privatizar el suministro de agua de una de sus mayores ciudades y de cómo la corporación estadounidense que se hizo con el contrato, Bechtel, lo primero que hizo fue doblar el precio del agua así por el morro, provocando disturbios que llevaron a su cancelación. Es, pues, un caso bien real que debiera convertir a Bond en casi un héroe de la izquierda más proletaria, uno de los nuestros, por fin, en lugar de un playboy rodeado de lujos, mujeres y victorias en las mesas de juego mientras salva el mundo en menos tiempo del que tarda en cambiarse el esmóquin.

Pues nada. La misma gente que se quejaría si este Bond fuera una colección de clichés, con sus martinis agitados no mezclados (o viceversa, que el "shaken, not stirred" cada vez se traduce de una manera diferente), su "Bond-James-Bond", sus aparatejos inventados por Q, su Moneypenny medio desmayada, etc etc, ahora son los que critican que todo eso no esté, que Bond es otra cosa, que se parece demasiado a, por ejemplo, Jason Bourne.

Entre lo más perceptivo que he leído está una frase que dice: "A Bond no se lo han cargado los malos de sus propias películas, sino Jason Bourne y Austin Powers". Me parece muy bien visto. Hay Bonds, sobre todo los de Roger Moore, con sus islas habitadas sólo por mujeres y su sonrisilla que parece que está diciendo al espectador que estamos en una fiesta de disfraces, que si no traspasan la raya de la auto-caricatura se quedan a un pelo. Seguir mostrando un Bond que resuelve todo con suma facilidad en medio de chistecillos, bellezas que se le desmayan en los brazos, e imperturbable ademán sería tomárselo tan poco en serio como las parodias de Mike Myers. En el otro extremo, las escenas de acción y el ceño fruncido de la saga Bourne han tenido tanto éxito entre los adictos a la acción que los equipos de especialistas responsables de su espectacularidad fueron fichados ipso facto para ‘Quantum of solace’, y se nota su sello. De forma que Bond, sin comerlo ni beberlo, se ha quedado atrapado en el medio, sin poder dedicarse sólo al entretenimiento ligero por una parte y con el temor por otra de ser comparado desfavorablemente con Bourne. Porque recordemos que Bourne es una franquicia con todo el respaldo de Hollywood y Bond sigue siendo el portaestandarte de la industria británica, que se supone que tiene que plantar cara a la antigua colonia de alguna manera, manteniendo firme su labio superior.

Así que la dirección que ha tomado este "reinicio" de 007 a mí me parece bastante acertado, teniendo en cuenta que en todo esto que estamos hablando seguimos estando primordialmente ante una historia de acción y heroísmo físico, no de grandes revelaciones sobre la condición humana, ni nada así: el tema podrá estar sacado de los periódicos y no de un cómic, y Bond podrá poner cara de tipo duro en lugar de atildado caballerete, pero esto sigue siendo una fantasía. Dicho lo cual, el tipo de fantasías que muestra una sociedad, a través de por ejemplo sus héroes en el cine, revela mucho sobre dicha sociedad, y merece comentarse. Y ahora mismo, al parecer, queremos un Batman oscuro y un Bond divertido "ma non troppo". ¿Y por qué así? Quizá sea porque Batman "nació", por así decir, oscuro, y el cine lo pasó por el circo y los colorines, tomándoselo un tanto a guasa, con lo cual esta reencarnación actual parece una vuelta a lo que nunca debió dejar de ser. Por el contrario, 007 no "nació" oscuro, sino fantástico, increíble, divertido, carne de leerlo o verlo para pasar un rato sin tomárselo en serio, y llevarse en la mente a la chica Bond de turno, o una respuesta afiladamente ingeniosa, o un lugar paradisiaco que apuntar para las vacaciones, o un aparatejo guay que a uno le gustaría en su lista de cachivaches, pero nada más. Por lo tanto, hacerlo más serio es precisamente lo que en este caso se podría ver como traicionar una característica "de nacimiento" que debe permanecer inmutable.

Igual de inmutables deben de parecerles a muchos espectadores detalles colaterales como el Martini, Moneypenny o los inventos de Q, pero todo eso no es carne, sino grasa. Y de igual forma que Daniel Craig es todo músculo, esta película también aparece recortada de todo lo que sobra, por apetitoso que pareciera. La sección Q, por ejemplo, se estaba convirtiendo en alivio cómico desmedido, y más aún tras el fichaje de John Cleese, un Monty Python nada menos, para sustituir al eterno Desmond Llewelyn (17 films inventando cacharritos para Bond en 33 años, que se dice pronto). Del Martini ya se ve lo que piensa el nuevo 007 en ‘Casino Royale’: "¿tengo cara de que me importe?", y en esta entrega se pimpla siete seguidos sin saber ni qué esta bebiendo. Y hasta dan la receta y todo. Por cierto, que eso es más o menos la cantidad que bebía el Bond de las novelas, junto a dos o tres paquetes al día de tabaco. Así a ver quién persigue malos con metralletas luego.

Sin embargo, en algún momento que otro, los autores del film parecen querer recordar que esto es un Bond, aunque a su manera. Cuando Camille (Olga Kurylenko) quiere alojarse con él en una pensión de La Paz, a Bond le sale el snob de dentro y dice que de eso nada, que de incógnito se puede estar también en el mejor hotel del país. Y un detalle-homenaje con mucha miga es el de la muerte de Strawberry Fields (Gemma Arterton): para empezar, es la única que se acuesta con Bond en la película, y fiel a la tradición, muere (el Bond de Craig, por cierto, lleva una efectividad del cien por cien: se ha cepillado a tres mujeres en dos películas y las tres han palmado. Más dañino que el ébola, el colega), para seguir, tiene el típico nombre bromista-juguetón de otras chicas Bond anteriores, y para terminar, la matan los malos ahogándola en y cubriéndola de petróleo. En la tercera película de la saga, ‘Goldfinger’ (1964), Jill Masterton (Shirley Eaton), tras acostarse con Bond era asesinada cubriendo su cuerpo de oro. Petróleo. Oro negro. Homenaje/autorreferencia para quien lo pille. La verdad es que su muerte es lo único que explica este personaje, ya que cabe preguntarse en qué demonios estaba pensando M al mandar a una moza de tan buen ver a convencer a Bond para que se vuelva a Londres y sea buenecito. Judi Dench tiene una pinta maravillosa de estricta gobernanta con ganas de zurrarle el pandero al díscolo alumno, pero a veces es un poco metepatas. ¿Qué pensaba que iba a hacer nuestro James con la chavala? Aunque la verdad es que viendo la que es capaz de armar Bond él solito, esposado, contra un ascensor lleno de agentes, la idea parece hasta buena y todo.

Otro detalle digno de comentar es el papel del MI6. Bond siempre ha ido a su aire, siempre haciendo el Bien, con B mayúscula, obviamente, pero tiene una manera de cumplir con Su Graciosa Majestad que no lo hace parecer un simple esclavo o una máquina programada para matar. Comete pequeñas transgresiones, consistentes normalmente en acostarse con las chicas del malo y en disparar antes de preguntar. Pero cada vez más, según nos vamos acercando a los tiempos modernos, vemos que el MI6 mete a Bond en tantos problemas o más que sus diversos enemigos. En algún caso le han llegado a revocar la licencia 00 o le han llegado a dejar en manos de torturadores orientales. En ‘Quantum of solace’ se nos da a entender incluso que en los manejos de los malos pueden estar involucrados los propios gobiernos británico y estadounidense (¿será por eso que el agente de la CIA Felix Leiter, interpretado en esta tanda por Jeffrey Wright, tiene esa cara de mala uva todo el metraje?). Por lo tanto, para hacer ese Bien que antes consistía en seguir las órdenes de los jefes, este Bond debe incluso ir contra ellas, saltándose los protocolos y dándosele un ardite el suministro de petróleo mundial. Y paradójicamente, en una película que busca un Bond más realista que nunca, nos encontramos con que este Bond que actúa contra sus propios jefes resulta más irreal y fantástico que nunca. Y es que, si entendemos por "héroe" aquella persona o personaje que va más allá de lo normal por un ideal, en este mundo de hoy desobedecer a las corporaciones y gobiernos que deciden qué partes del mundo serán pobres y ricas es lo más transgresor, osado, admirable e increíble que se pueda encontrar. Esa es la fantasía del hombre de hoy: alguien que no se casa con nadie en busca de la igualdad y contra la pobreza, aunque te lo ordene tu gobierno. Contra la globalización, la sequía y la gasofa a más de un euro... Bond, James Bond.

Por último, al parecer la historia puede que continúe en una entrega posterior, con lo cual quizá dentro de un par de años haya que reinterpretar esta película como la del medio de una trilogía, con todos los problemas que eso conlleva: dependencia de otras películas para darle sentido completo y quedar atrapada siendo nudo entre el planteamiento de la primera y el desenlace de la tercera. El síndrome ‘Las dos torres’, vaya.

3 comentarios:

  1. la acabo de terminar de ver y me he acordado de que había dejado tu crítica a la mitad hasta que la viera.Dos cosillas a ver que opinas:
    A mi me ha gustado mucho, ya sabes que osy fan de las de Roger Moore, pero este nuevo Bond me gusta incluso como peli de acción más allá del personaje.
    Pero a lo que iba: recuerda un poco a una partida de GTA, no se si has jugado alguna vez, pero con tanto vehículo y tantos tipos distintos de pelea,parece que los guionistas buscaban un referente en el videojuego de calidad.
    Y una pregunta tio: ¿hubiera sido esta peli posible con cualquiera de los otros actores anteriores? o sea ¿ es Graig el que está adaptandose al personaje o hay una excesiva adaptación del personaje a las características dle actor?
    que no digo que sea malo al contrario, pero a mi me da que es más lo segundo.

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  2. Quantum II: Respuestas a JR

    Dos observaciones interesantes, gracias por hacerlas.

    Lleva habiendo juegos de ordenador basados en películas de Bond desde los tiempos del Spectrum, así que no creo que los guionistas anden pensando en si tal o cual pelea, persecución o misión concreta va a poder adaptarse fácilmente al videojuego correspondiente. Dicho lo cual, hoy en día los videojuegos son un negocio que produce ganancias comparables a las de las películas en que se basan, así que no me extrañaría que en determinados momentos haya algún tipo de influencia, pero más en plan de idea muy general.

    Tampoco creo que las peleas y persecuciones se hayan sacado de videojuegos, aunque hoy en día vete a saber de dónde le vienen a un creativo de cine las ideas. Las escenas de acción siempre han sido uno de los elementos principales de las películas de 007, y uno de los grandes problemas de cada guión, siempre ha sido buscar algo original y que no se parezcan unas a otras, algo cada vez más difícil cuando se llevan más de 20 films ya en el saco.

    En ‘Eraser’ Arnold Schwarzenegger se tira de un avión en busca de un paracaídas suelto. En un Bond de Moore, no recuerdo cuál, pero anterior en más de una década, 007 se tira del avión en busca de un malo con un paracaídas a la espalda, se lo quita, se lo pone él y aterriza sin despeinarse. Así que Bond suele marcar escuela, más que seguirla.

    Sobre la otra pregunta, esta película sí hubiera sido posible con los otros Bonds, en el sentido de que a cualquiera de ellos se le podría haber puesto una novia a la que vengar pasando del MI6, pero cada uno de ellos hubiera dado un toque distinto al tema. Connery en plan irónico y hombre-de-los-de-antes, Moore en plan dandy medio chorras, Dalton en plan profesional circunspecto y Brosnan en plan elegante. Craig lo hace en plan físico y casi psicótico.

    Sobre la adaptación de Craig o viceversa, por lo que sé la idea de llevar a Bond por donde está yendo ya estaba ahí desde el principio: rubio y de ojos azules, como lo inventó Ian Fleming en los libros, y pasando un tanto de la típica elegancia sin esfuerzo y hacerlo más bruto, un agente que está empezando, en vez de estar ya hecho, y que por lo tanto, ha de aprender a contenerse en vez de querer resolverlo todo con la licencia doble cero. Cuando se escogió a Craig, se tuvo en cuenta su edad y color de ojos, sus películas de acción anteriores y el hecho de que hubiera jugado al rugby de joven. Es decir, que estuviera en forma, como debe estarlo cualquier 007, por muchos especialistas que se usen. Sin embargo, por lo que he visto en documentales, los entrenadores quedaron tan impresionados con él que es posible que algunas escenas se hayan diseñado teniendo en cuenta que Craig podría con ellas de una forma que otros actores quizá no.

    Por lo tanto, no sé si se puede hablar de adaptación ‘excesiva’, ya que a este Bond lo han dibujado así. Si alguien está esperando que vuelva al redil en las próximas películas, no sé si será así. Probablemente una de las ideas vaya por presentar a un Bond que ya va haciéndose a la idea de haber perdido a quien amaba, que sienta una especie de vacío y que lo acabe superando, y que quizá se sienta deshumanizado precisamente por olvidar. Todo ello mientras con la izquierda acaba con el nuevo villano de Quantum, por supuesto.

    Gracias de nuevo, J.

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  3. a ti Ro. Mas o menos estamos de acuerdo.

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