Pocos títulos, pero cuidados

¿Necesita el mundo otro blog de cine? Pues seguramente no. Pero aquí está de todas formas. Bienvenidos a los que quieran quedarse. Lo principal que se debe saber es que este blog incluirá pocos títulos, pero tratados con espacio y cuidado (hasta donde llegan las luces de quien escribe), y que cada entrada consta de (1) presentación (sin spoilers) de cada título, para quien quiera pensarse si verlo o no, o recordar cuál era, (2) carátula, y (3) comentario/discusión de cierta extensión (con spoilers y sin avisar), para leer después de verlo.

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sábado, 4 de julio de 2009

House (2004)

Temporada 1 (2004-2005)

En cuestión de series de hospitales, yo soy "urgencista" hasta la médula ósea. De momento le he dado una oportunidad a 'House' porque gente que conozco la ve y porque Hugh Laurie siempre me ha caído bien. Como ya sabrá todo el mundo, en realidad antes era famoso por ser un cómico inglés alto, flacucho (zangolotino, que diría Fernando Fernán-Gómez) y con ojos saltones, y ahora gana votaciones sobre hombres más sexys (segundo, por cierto en doctores de la pantalla, tras George Clooney). Llegó a tener su serie propia, 'A bit of Fry and Laurie', con Stephen Fry, pero yo recomiendo 'Blackadder', una telecomedia histórica junto a Rowan Atkinson, más conocido como Mister Bean, en particular las dos últimas temporadas. De vuelta al siglo XXI, 'House' lleva cinco temporadas, está preparándose la sexta, y en el darwiniano mundo de las series de televisión, donde si no produces calidad o audiencia (o mejor aún las dos), se te cancela en un pispás, algo tendrá el agua cuando la bendicen, así que le he echado un ojo a ver.

Un detalle estadístico paradójico es que mientras que la quinta temporada (2008-2009) sólo quedó en el puesto 19 de audiencias en Estados Unidos, durante el año 2008 'House' fue el programa de ficción televisiva más visto en todo el mundo. Quiere esto decir que está pasando de ser una simple serie americana a un icono mundial. Lo cual no es necesariamente un halago: otra serie que fue lo más visto en el mundo en su momento fue, por ejemplo, 'Los vigilantes de la playa', que igualmente pasó a ser icónica.Icónica de silicona amenazando escaparse a botes de bañadores y bikinis en medio de veranos perpetuos de sol y playa, pero icónica al fin y al cabo. Todo el mundo sabe de qué iba y puede nombrar al menos a una de sus actrices y las razones de su éxito.

¿Cuál es la razón del éxito de 'House', entonces, y por qué cruza barreras de nacionalidad? Pues la primera es, por supuesto, su personaje principal, el doctor Gregory House, el médico que supuestamente dice las verdades como puños y que canta las cuarenta en bastos (y a veces en copas) a quien sea, desde pacientes a familiares, a administradores, a colegas, a enfermeras, a parejas, y exparejas y a todo el que se ponga por delante. Entre la comunidad médica de la vida real, según tengo oído, parece ser un ídolo: no existen doctores así, o si los hay los odia todo el mundo, pero todos disfrutan oyéndole decir a este especie de sustituto de sí mismos cosas que se han quedado con ganas de soltarle personalmente a pacientes, a familiares, a administradores, a colegas, etc. Es un tipo de comportamiento que por sí sólo no garantiza respeto ni afecto ni siquiera admiración (la capullez hay que acompañarla de competencia profesional, al menos), pero si que garantiza una cosa: atención, aunque sea a pesar propio. Uno puede incluso basar una carrera en este tipo de cosas, como Risto Mejide, Boris Izaguirre o varios famosos y grandes hermanos de pega. Incluso puede llegar a ser el momento más recordado de la vida entera de alguien. Piénsese por ejemplo en el ya mencionado Fernán-Gómez o en Francisco Umbral y seguro que nadie puede evitar oír las palabras "a la mierda" o "hablar de mi libro", como si no hubieran hecho otra cosa en su vida. Ojo, no estoy comparando a nadie con nadie, sino sólo señalando una de las razones del éxito internacional de 'House'. Se vaya donde se vaya, seguro que se puede encontrar una figura cuyo comportamiento llame la atención de esa manera y se le quede a uno en la memoria, en medio de la corrección política.


Sin embargo, la causticidad, incluso la bien medida y pulida de un guión, no es suficiente. House, el doctor, es todo un estudio de cómo equilibrar un personaje de cara al público, y esa es la ventaja que tiene que sea de ficción. House habla como habla, pero a cambio es un genio brillante que siempre acaba resolviendo el caso, e incluso cuando se equivoca no es grave y siempre había un motivo para equivocarse cuya culpa se encuentra en otra parte. Es decir, que la capullez se puede perdonar si a cambio el capullo de marras te salva la vida. Entonces bueno vale, le perdonaremos y le pondremos una X en la quiniela, pero sólo porque es un genio. Además, es que el prubín está cojo y tiene dolores crónicos y está medicado hasta las cejas, y claro, no se puede uno meter con él, porque está tullidito, y si a cualquiera de nosotros se nos hiciera pasar por la "muerte muscular" que le tocó a él en su pierna, seríamos iguales de capullos, y encima no seríamos unos genios médicos. Este detalle no es casual en absoluto (de hecho, al principio House iba a ser paralítico en silla de ruedas) y el encasquetarle una desgracia médica es una vía de escape esencial para que el espectador no lo mande donde Fernán-Gómez diga.

Además, por lo que se ve en esta primera temporada, House sufre las consecuencias de tratar así a la gente: no tiene pareja, ni la ha tenido en años, y sólo quien lo trata cada día puede acabar rascando un tanto la superficie y ver al ser humano que hay debajo. Y sí, a mí me parece totalmente creíble, porque ocurre en la realidad, que una colega guapa y veinteañera se prende de él. Siempre hay alguna, y además en este caso el affair está bien llevado, con la dosis de imposibilidad justa. En lo profesional, por su parte, todo el equipo le aguanta por su gran competencia, llegando incluso a casos de lealtad extrema, como demuestra la serie de episodios donde se juega con el despido de unos cuantos. A esto ayuda también la magia de la ficción, por la que todo el que se enfrenta a sus exabruptos pone cara de suspiro nopuedoconél o de tienerazónamipesarymelatengoqueenvainar. Esto pasa en la vida imaginada sólo: en la real, House habría pasado por unos ocho o nueve trasplantes de rostro ya.

Otro motivo más, y el más universal seguramente, es que las historias de hospitales funcionan, y han funcionado, siempre. Decía Benjamin Franklin que en la vida sólo hay dos cosas seguras: la muerte y los impuestos. Bueno, pues seguro que en algún sitio hay gente a quien no le preocupan los impuestos, por buenas o malas razones, pero incluso esos van a morirse alguna vez. Y muchos, pasando por enfermedades antes, así que no hay motivo más universal que encontrarse pueda que la mortalidad humana. Muy torpe habría que ser para hacer una mala serie de hospitales, al menos a nivel de guión, porque te ofrece todo tipo de posibilidades, desde las más trágicas a las más cómicas, pasando por reflexiones sobre el modo de vida de la gente, la caridad, la atención a la familia, los delitos, la violencia, los valores sociales y profesionales, y sobre todo el valor que se le da a la vida y a su dignidad. Y todo eso sin salirnos de lo estrictamente médico, porque tangencialmente podemos meternos en la vida personal de los profesionales y encontrar otro mundo de historias, reacciones, concepciones, valores, etc.

Por último, se ha de mencionar la propia calidad de la actuación de Hugh Laurie. El tío estaba en Namibia rodando 'El vuelo del Fénix' y se grabó a sí mismo en el baño del hotel una cinta de vídeo para el casting usando un paraguas a modo de bastón. El director del episodio piloto, Bryan Singer (sí, el de 'X-men' y 'Sospechosos habituales') quedó tan impresionado que ni se dio cuenta de que Laurie, imitando perfectamente el acento, no era norteamericano, y lo contrataron. Laurie dijo que al menos así ahora tenía sentido su juventud desaprovechada viendo demasiadas películas y series.

Una de las primeras sensaciones que se tiene al ver la serie es lo mucho que se parecen casi todos los episodios: se presenta un caso con una primera complicación, se averigua lo que puede ser, se trata, se falla, el paciente empeora, se descubre por qué, se vuelve a tratar, vuelve a empeorar y así hasta que se acaba descubriendo todo lo que le pasa, siempre con House descubriendo la pieza que falta, en ocasiones mientras habla de otra cosa con otra persona. A veces es un caso de esos de uno entre un millón, otras veces es que el paciente tiene más de una enfermedad a la vez, cuyos síntomas se mezclan entre sí y despistan. Y otras veces es que el paciente miente. "Everybody lies" es el lema del doctor House, e incluso de la serie. Hay hasta camisetas hechas con la frase. Sin embargo, eso no se sostiene, y menos en un contexto médico. Claro que puede haber un número de pacientes que mientan para evitar descubrir temas sexuales, delictivos o embarazosos, pero ¿todos? ¿Qué razón pueden tener TODOS los pacientes para mentir, cuando su salud se puede ver gravemente perjudicada, y además hay confidencialidad entre doctor y paciente? El motivo del motivo, valga la redundancia, es que el concepto de la serie nació de la investigación. No se trataba de una serie de médicos, uno de cuyos problemas fuera diagnosticar correctamente, sino que el "whodunit", (el "quién lo hizo") era la base central. Desde el principio el foco iba a estar sobre el elemento de la investigación, siguiendo la estela de 'CSI'. Con lo cual añadimos otro motivo más al éxito: si la salud, la enfermedad y la muerte son ganchos muy efectivos para un espectador, la curiosidad por saber qué demonios pasó algo y por qué es otro gancho casi infalible. El investigar lleva a menudo aparejado una parte de ocultación, y como los gérmenes no tienen motivos (según dijo uno de los creadores de la serie, David Shore), se llegó a que los propios humanos complicaran aún más los diagnósticos con sus subterfugios. Cosa que ocurre, por ejemplo y sobre todo, en la otra gran influencia de la serie: Sherlock Holmes. Al igual que Holmes, House acepta sólo de buena gana los casos que le suponen un reto mental. Ambos son adictos a drogas (cocaína uno, Vicodin el otro), y los dos son maestros del razonamiento deductivo en campos en los que tal cosa es esencial para resolver sus casos. Los dos son bastante misántropos, con una personalidad marcada e incapaz de aguantar la mediocridad ajena. Ambos tocan instrumentos (el violín uno y varios el otro), y hasta sus apellidos se parecen un tanto. Aún más se parecen los de sus mejores (o incluso únicos) amigos, ambos doctores, Watson y Wilson (Robert Sean Leonard). Incluso, para el friki total, ambos viven en un piso 221B y el apellido del primer paciente, Rebecca Adler, es el mismo que el del primer caso de Holmes, Irene Adler. Así que, como se ve, no es casual.

En muchos episodios se ve un cierto deseo de cambiar un poco el esquema para evitar lo repetitivo que resulta. Me gustó, por ejemplo, uno de los últimos, 'Three stories', donde House acaba contando su propio caso con la pierna durante una conferencia-castigo con estudiantes. Aparte de que sale Carmen Electra (una de las vigilantas de la playa mencionadas antes), la vuelta de tuerca es muy original y casi llega a ocultar que estamos ante el mismo estilo de prueba y falla hasta que aciertes, y esta vez por triplicado. Incluso se añaden a veces arcos narrativos de varios episodios de duración, como por ejemplo la llegada de un nuevo donante y patrocinador del hospital que se empeña en echar a House. Sin embargo, dado el título de la serie y la importancia del personaje (los demás la verdad es que son puro acompañamiento), estaba claro que el despido no se iba a producir. Y además, el público parecía estar contento con el esquema, que es lo más curioso. Un caso para resolver por medio del intento y el error, y varios pequeños donde House pudiera echar broncas sarcásticas a diversos pacientes de a medio minuto la consulta. Listo. Y a la semana siguiente, repetición de la jugada. Al fin y al cabo, 'Los Simpson' llevan haciéndolo 20 años, y el ser humano es una criatura de costumbres.

2 comentarios:

  1. Hola,

    He de confesar que yo si he visto las primeras temporadas de House, yo que cambio de canal ante cualquier serie o película de médicos, hospitales o semejantes. La última temporada que echaron apenas la vi, creo que era "más de lo mismo" y veía minutos perdidos. Además de que las tramas de los personajes (la no relación Caddie-House, o sí, y el resto no llegaban a convencerme del todo).
    Claro, que también he de confesar que mi vida no da para ver mucha tele, de hecho, para mí la tele es una "nana", me siento en el sofá y caigo dormida en un periquete.

    Y sí, a un médico como House en la vida real le hubieran puesto unas cuantas denuncias y desde luego no seguiría ejerciendo.

    ¿Vas a comentar algo sobre Dexter? ¿O ya lo has hecho y no lo he visto?

    Saludos,

    Katha.

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