Pocos títulos, pero cuidados

¿Necesita el mundo otro blog de cine? Pues seguramente no. Pero aquí está de todas formas. Bienvenidos a los que quieran quedarse. Lo principal que se debe saber es que este blog incluirá pocos títulos, pero tratados con espacio y cuidado (hasta donde llegan las luces de quien escribe), y que cada entrada consta de (1) presentación (sin spoilers) de cada título, para quien quiera pensarse si verlo o no, o recordar cuál era, (2) carátula, y (3) comentario/discusión de cierta extensión (con spoilers y sin avisar), para leer después de verlo.

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domingo, 1 de febrero de 2009

El club de los poetas muertos (1989)

En Welton, un estricto colegio interno en la costa este de Estados Unidos comienza el curso 1958-59. Un grupo de jovencitos de uniforme y espinillas están a punto de aprender de la mano del nuevo profesor de literatura "a sacarle el tuétano a la vida". Robin Williams deja a un lado al cómico con la lengua más rápida al norte del Río Grande y consigue llevar de la mano a un grupo de chavales en un curso que nunca olvidarán, por diversas razones.

Oscar al Mejor Guión Original (Tom Schulman). Tres nominaciones más: Película (Steven Haft, Paul Junger Witt y Tony Thomas), Director (Peter Weir) y Actor (Robin Williams).


En un capítulo de la telecomedia ‘Friends’ se puede oír el siguiente diálogo:

"Yo solía ser como tú. Y entonces un día vi una película que cambió mi vida: ‘El club de los poetas muertos’. Creo que es una peli tan increíblemente… (pausa para efecto) ...aburrida (risas enlatadas y mirada horrorizada de Monica). O sea, ¿la cosa esa del final, donde el chaval ese se suicida porque no le dejan actuar en la obra? ¿De qué va eso? ¡Tío, o sea, espera un año, vete de casa, haz teatro voluntario! Cuando salí de allí, pensé: "Esto son dos horas de mi vida que ya no volveré a recuperar nunca". Y eso me asustó más que todo lo que me daba miedo hacer."
Monica: "Vaya, pues entonces nunca veas ‘Señora Doubtfire’."

Obviamente, es una telecomedia, así que todo esto, en principio, no es más que para echarse unas risas. Pero esta escena lleva ahí escondida una de las principales críticas que se le han hecho a esta película: que tira a lo sensiblero, en especial con la parte del suicidio de Neil Perry (Robert Sean Leonard). Que intenta demasiado ganarse a la audiencia adolescente con salidas facilonas como que todo es culpa de los mayores. Que incluso cuando dichos adolescentes muestran creatividad y ganas de hacer algo, el mundo adulto los oprime. Es más, podría decirse incluso que especialmente cuando muestran esa creatividad. No se castiga que salgan del colegio por la noche, o que fumen, sino que saquen provecho de las clases de literatura, que se enamoren, que crezcan como personas de decisiones independientes, o que encuentren una vocación en la vida distinta de un empleo de chupatintas.

Bueno, pues a todo esto hay que decir que hay una escena muy importante que tanto el director, Peter Weir, como el guionista, Tom Schulman, han explicado, y es cuando Neil llega a casa con su padre (Kurtwood Smith) tras la obra, y en medio de la bronca de "te vamos a sacar del colegio y a mandar a una academia militar", Neil salta: "¡Tengo que explicarte lo que siento!". Y el padre, aunque incrédulo y gritando, le ofrece una ventana para convencerlo. Le deja hablar. Y además, está la madre presente, que por lo poco que se la ve, podría ponerse de parte del chico, al verlo sufrir. "¿Qué tienes que decirme, a ver, venga, explícamelo?" ¿Y qué hace Neil ante esa oportunidad? Nada. Se calla. Pero no con frustración, como si considerara inútil hablar con un padre tan cerrado. Se calla porque es débil. Porque en el fondo no quiere la confrontación. Porque tiene estrellitas en los ojos pero no los pies sobre el suelo. Recordemos que ya había mentido al asegurar al profesor Keating (Robin Williams) que estaba hablando el tema de ser actor con su padre y que iba por buen camino para convencerlo. Keating, aliviado, se aparta del medio y deja que Neil se concentre en la obra, así que con esa mentira, Neil se gana el perder la posible ayuda y mediación de su mentor. Hasta ahora Neil, delante de los otros chicos, parecía la llama que los guiaba. Él fue quien buscó el anuario viejo donde supieron del Club de los Poetas Muertos, y quien animó a los demás a resucitarlo. Fue a él a quien Keating dejó su libro de ‘Cinco siglos de poesía’, y fue él quien primero se movió para llevar su nueva pasión a algo más, al mundo de la actuación. Él parece el ejemplo a seguir. Y sin embargo, en el momento decisivo, falto de público que lo aplauda, cuando las decisiones se toman a solas, le fallan las palabras y la actitud. Con la paradoja añadida de que precisamente en un momento de su vida en que ha quedado cautivado por la magia del lenguaje, no sepa encontrar las palabras necesarias para cambiar su vida. Ése es su primer defecto: no enfrentarse a las dificultades. Y el segundo, nacido de éste, es el esquivarlas de forma tan dañina e irreversible. Nada de hablarlo ni de comentarlo ni de contar hasta diez. Además, se mete en el despacho muy teatralmente, con el torso desnudo y su corona de ramas (vamos a dejar a un lado las comparaciones con Cristo), totalmente metido en un papel que sólo existe en su cabeza, y eso sólo es culpa suya.

No sé si habrá alguien que critique el hecho de que Neil se suicide. Si acaso, lo que se critica es ese tipo de decisión (véase la escena de ‘Friends’), pero es innegable que es absolutamente plausible que un adolescente llegue a un acto así por este tipo de cosas. De hecho, ocurre todo el tiempo. Para cierta mente adolescente, el mañana no existe, y lo de esperar años, meses o simples semanas por algo que se desea se hace insoportable. En medio de la irreflexión y el capricho, se da este tipo de paso. El propio Schulman cuenta cómo se pasó varias semanas de su último año de colegio en cama con una pierna rota, y dice haberse desesperado. Ese tipo de urgencia existe, y a esperar sólo se aprende con la edad. Recordemos, además, que otro de los chicos, Knox Overstreet (Josh charles), el que se enamora, interrumpe una de las reuniones diciendo que si no consigue a la chica se matará. Al final la consigue, pero ¿qué hubiera pasado si no?

Así, pues, es esencial para la interpretación de la película el darse cuenta de este detalle: sí, Neil tiene un padre estricto, pero en el momento decisivo la culpa es de él mismo, por renunciar a convencerlo. Además, también está hecho a propósito que lo estricto que es el padre tenga sus límites. El padre nunca lo golpea, le da una razón válida para negarse (que ve mejor carrera para él ser doctor), y le apunta que la familia hizo sacrificios en el pasado para llegar a donde están. Cuando al principio del curso se opone a que Neil sea subeditor de la revista del colegio por considerar que tiene demasiadas extraescolares, no le humilla enfrente de sus compañeros, sino que lo saca al pasillo para hablar de hombre a hombre. Ciertamente, utiliza el viejo truco de "no le des este disgusto a tu madre", pero al menos no deja de ser una razón, no un "porque lo digo yo y se acabó". Y en una época, los 50, en que el ser actor aún era una profesión repudiada y digna de desconfianza a ojos de muchos, el padre nunca los degrada como maricas, comunistas, disolutos u otras lindezas. Él es de otra época, pero se contiene. De hecho, Schulman dice que la primera idea era que el padre, en vez de quedarse a esperar el final de la obra, se metiera entre bastidores y se llevara al crío a rastras en medio de la función, diciendo "que la acabe otro". Es un acierto no haberlo hecho así, aunque por otra parte, no me hubiera parecido exagerado en absoluto. Meterse en el escenario, o incluso gritar desde el patio de butacas igual sí. Si es verdad que es un hombre que busca valores decentes para su familia, eso sería pasarse. Pero meterse tras el telón tras la mentira de su hijo por supuesto que sería creíble.

Además, el suicidio inyecta una seriedad impresionante a la historia. Hasta entonces, todo es un juego si no de niños al menos de púberes. De no ocurrir la muerte de Neil, ¿cómo hubiera acabado todo? Charlie expulsado, Neil enviado a la academia militar, Todd lloroso y resignado, y puede que Knox ni siquiera hubiera conseguido a la chica, aunque sólo fuera por compensar. Se hubiera quedado todo en una historieta de frustraciones adolescentes que olvidar a los pocos meses. La muerte de Neil garantiza que nadie olvidará este año, y que el espectador tampoco olvidará la película.

Todo esto invalida la teoría de que es una película para reconfortar a adolescentes. Knox consigue a la chica, sí, pero tras jugársela, atreverse, caminar sobre el alambre y llevarse unas cuantas yoyas. Por su parte, Charlie Dalton (Gale Hansen), el que lleva posters de la Playboy a las reuniones, y toca el saxo, y trae chicas, y se pinta la cara, y quiere que lo llamen Nuwanda, es otro que se busca que le pase algo gordo. Es el primero que agradece los métodos de Keating, y el que más responde y participa, pero demuestra que lo hace porque le da la oportunidad de hacerse el protagonista y que no ha entendido nada. Cuando hace lo de la llamada de teléfono de Dios en medio de la asamblea y como resultado lo azotan, se lleva una sorpresa mayúscula al ver que Keating le echa la bronca. "Creí que le gustaría". Charlie lo que busca no es aprender o realizarse, sino dar la nota. Todos hemos conocido a alguien así. Y ni siquiera se da cuenta de que buscando que lo expulsen no va a dejar un recuerdo de rebelde legendario, sino que, como le dice Keating, "para empezar, no podrá tener la oportunidad de seguir asistiendo a mis clases". Resulta además extremadamente curioso que sea un actor muy relacionado con los excesos interpretativos, como Robin Williams, quien sermonee a un joven pupilo sobre cómo no pasarse de la raya. Aparte de varias de sus interpretaciones más características, como el genio de ‘Aladdin’ o el locutor de ‘Good Morning, Vietnam’, éste será el papel por el que se recuerde a Williams, y será debido a su contención. Le hubiera sido facilísimo hacer de él un chalado delirante que se ganara a los críos a base de hacerlos partirse el eje de risa, y eso puede verse en varias de sus clases, pero su tono es perfecto en esta interpretación. Y también deliberado. La primera clase suya iba a ser con él subiéndose a la mesa y empezando a largar uno de sus monólogos, pero en vez de eso tenemos ese entrar y salir de clase silbando y ese "well, come on" para ir a ver aquella vitrina con fotos de gente muerta ante la que aprender lo del "carpe diem".

Una crítica que se ha hecho al personaje de Keating es que no enseña poesía en realidad, sino que simplemente entresaca de ella una serie de aforismos, lemas y frases biensonantes ("que tú puedes contribuir tu propio verso" y tal). Hay quien incluso ha notado que los versos de Thoreau con que se inician las reuniones del club no son versos de verdad, sino frases del mismo autor recortadas y pegadas para que suenen mejor. Es decir, que sería un tipo de profesor que te encantaría él, no la asignatura que da. De hecho, me apuesto la cabeza a que la gente recuerda pocos versos, o ninguno, de la película, pero recuerda todas sus clases. La de la vitrina. La de subirse a la mesa para cambiar de perspectiva. La de decir un verso en un papel antes de par una patada a un balón. La de imitar a Marlon Brando como Don Corleone haciendo Shakespeare (que por cierto es un anacronismo: estamos en 1959 y ‘El padrino’ no se rodó hasta 1972). La de caminar por el patio de columnas. La de leer la introducción del profesor J Evans Pritchard sobre cómo medir la poesía y arrancarla del libro por ser "un excremento". Pues me parece una crítica muy juiciosa, pero de nuevo, como lo de Neil, es una crítica al personaje, a su modo de comportarse, no algo que deba aplicarse a la película entera. Parece que si un personaje tiene un defecto, la película tiene un defecto, que cómo se atreven a sacar eso en pantalla. Pues porque una película no es un código de vida, no te dice cómo actuar, y quien vea ésta en particular como una serie de reglas de comportamiento se equivoca tanto como Charlie Dalton. Por supuesto que los métodos de Keating pueden (y deben) ser criticados, pero eso le pasa a cualquier profesor, sea imaginativo o no. Y el guión no lo deja de reflejar así: cuando Keating es expulsado y la clase comienza con otro profesor, nos enteramos de que "hemos saltado de acá para allá, hemos visto los románticos y la posguerra, pero no hemos tocado los realistas".

Y llegamos a quien es sin duda el alma del grupo. Ni su líder, ni su voz cantante, ni el más quejica, ni el más gracioso, pero sí el que más madura, el que se encuentra a sí mismo y el que de verdad recibe una educación para siempre. Se suelen recordar muchas otras escenas como icónicas de esta película, pero la mejor sin duda es en la que, frente a una foto de Walt Whitman, Keating consigue que el tímido Todd (Ethan Hawke) pierda el miedo a expresarse y suelte un poco de la creatividad que lleva dentro. A partir de ahí, no habrá quien lo pare, y será él quien al final provoque el punto culminante, ese "oh capitán, mi capitán" subiéndose al pupitre. Él es quien lo ha entendido todo. Y es ciertamente curioso que haya sido Hawke el único de todos los actores jóvenes de esta película en llegar al estrellato, como si este film hubiera sido una premonición de quién iba a madurar. Porque de los demás poca cosa se sabe. Robert Sean Leonard, la verdad, se ha quedado por el camino, y para coronar la paradoja, sólo ha brillado haciendo de lo que quería su "padre": de doctor, en la teleserie ‘House’. Bondad graciosa. Josh Charles encontró un sitio años después en 'The good wife', pero poco más.

Un par de escenas para terminar, referentes a los otros chicos. Una que me encanta es cómo Neil convence a los demás para resucitar el club. La respuesta que da cada chico lo define en ese momento de su vida. Charlie se mete por lo que había dicho Keating de que con poesía se conquista a las mujeres. Lo suyo, sin duda, es más lujuria de proto-dandy que otra cosa (recordemos el póster, la boina francesa, el saxo, y las chicas -dos- que trae un día al club). Knox entra también por ese motivo, aunque lo suyo es por su amor a primera vista. Richard Cameron (Dylan Kussman), el fututo chivato, se mete por no quedarse fuera de la pandi de los guays, por presión de grupo. Steven Meeks (Allelon Ruggiero), el pelirrojo de las gafas, entra porque "todo lo pruebo una vez". Me alegro de que por fin aparezca un empollón enrollado, porque es una figura muy frecuente en la vida real, pero que se explota poco en el cine. Se puede saber latín, llevar gafas y molar a la vez. Gerard Pitts (James Waterston), el alto del pelo a cepillo, entra con ganas pero con miedo a los suspensos. Es el que más necesita el grupo de estudio, pero quien al final consigue hacer funcionar una radio en el tejado. Este va para FP seguro, pero tiene el buen sentido de no considerar lo de la cueva y la poesía una mariconada. Y por último, el que necesita que lo convenzan es Todd, y esto sólo a base de decirle que puede sólo sentarse y no decir nada. Cuando salga de su concha… ehtee, de su capullo… vayaaa… de su caparazón, será el mejor poeta de todos. ¿Pero quién se encarga de convencerlo? Neil, que necesita público desde el principio, y Todd es su compañero de habitación. Pequeña escena, pero perfectamente formada.

Y la otra observación es sobre otro de los alumnos, que no es ya secundario, sino terciario. Es el que boicotea las clases. Uno con cara de mula parda que cuando Keating manda componer un poema, suelta: "El gato / esperó un rato" (en versión original: "The cat / sat / on the mat", con tres versos y todo), y que cuando manda leer un verso y dar una patada a un balón, lo hace sin ganas. No sé si es fácil de recordar a este personaje. Bueno, pues el final, en la escena de subirse a los pupitres, él es uno de los que se sube (que no todos lo hacen, entre ellos Cameron). Curiosamente, me vende él más el valor de la escena que los demás. De los demás se espera que lo hagan, e incluso les pongo la pega de que tardan demasiado en imitar a Todd (aunque al menos así da más tiempo a oír la música de Maurice Jarre). Pero que el mula parda éste se dé cuenta de lo que ha perdido y de lo que le va a venir a cambio, la verdad es que me parece un bonito momento. Y qué demonios, una película que sea capaz de acabar con esa escena y que suene a auténtica, por parodiable que quede, es un verdadero logro. Que parodien cuanto quieran mientras aprendan quién era Walt Whitman.

7 comentarios:

  1. para mi gusto es una peli sobrevalorada.
    Mi papel favorito de Robin Williams siempre será Good Morning Vietnam!!!

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  2. Pues es curioso lo de las sobrevaloraciones, porque a menudo resulta que la película en realidad no estaba tan valorada (o tan poco valorada) como se suponía. Por eso me gusta la página de Metacritic, porque te resumen las opiniones de críticos y público en una nota final y puedes leer los comentarios.

    http://www.metacritic.com/video/titles/deadpoetssociety?q=dead%20poets

    La IMDb también es útil para esto.

    En realidad yo no he oído a mucha gente sobrevalorarla, o he visto la típica mezcla de quien le encanta y quien dice que psché. Quizá quienes más entusiasmados estaban eran los profesores de literatura, que creían que en vez de hacer el ganso como Williams sólo tenían que poner el vídeo en clase, jeje.

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  3. La vi en el cine, a los 11 años, y me hinché a pensar, a reír y a llorar. Entonces los padres me parecieron malísimos, fíjate, no dejar al pobre Neil hacer teatro, querer meterlo en una academia militar, hombre, por dios, qué injusticia. Y sí, claro, sería más bonito que el padre le hubiera apoyado. Pero después, con los años, entiendes que no era una profesión aceptable por gente seria. Que el padre es de lo más normalito para la época. Y que llorar por Neil, sí, pero por su cobardía. Por callarse, por no luchar, por quitarse de en medio al primer traspiés, por tremendista. Pero y qué? Quiero decir, no se puede contar una buena historia sobre conflicto generacional, profes que intentan hacer pensar, instituciones arcaicas, chicos rebeldes, chicos exhibicionistas y chicos cobardes??? Es una historia tan lícita como cualquiera. Igual lo fácil es ver a Neil como héroe trágico y a su padre como villano. No sé. A mí el padre me parece estricto y el hijo sumiso. Y ya está. Como bien dices, pasa todo el tiempo.

    No creo que la decisión de Neil deba considerarse moraleja (ni creo que fuera la intención) Lo bonito es la lección del carpe diem y de cuestionar las cosas. Las que deban ser cuestionadas. Por principios y curiosidad, no por tocar las pelotas y hacerse el graciosillo. Esa lección sí me gusta. Y, francamente, me habría encantado tener un profe así!!!

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  4. Si se me permite opinar... a mi me parecio una peli un poco soporífera en el ambiente, el guión y la marcha tempora, un poco lenta. Pero Me En cantó el fondo de la historia. Hace pensar y eso no puede dejar de ser valorado.
    Un saludo!

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  5. Yo tampoco veo lo de Neil como lección moral, pero si Weir y Schulman han tenido que explicarlo en el comentario del dvd, debe ser porque a mucha gente se le ha pasado. La primera vez que yo la vi, sí que me fijé en esa escena, y estaba diciendo mentalmente: 'Venga, tío, explícale, ésta es la tuya'. Pero nada. Yo lo leí como que Neil estaba demasiado acobardado por un padre que metía miedo, y que era culpa del padre haber acostumbrado a su familia a verlo así (la madre también está ahí sentada en una esquinita sin decir nada), así que me alegro de saber que estaba hecho a propósito para que Neil tuviera su (gran) parte de culpa en lo que hizo.

    ¿Soporífera? Bueno, la verdad es que están pasando cosas todo el rato. Y el montaje original era de 2 horas 37, jeje. De hecho, Schulman no se creía cómo había sido posible re-montarla en dos horas justas sin quitar escenas importantes (la historia de la chica de Knox estuvo a punto de acabar en el suelo de la sala de montaje), y Weir le dijo que habían ido escena a escena, quitando minutaje segundo a segundo en cada una para que quedara lo más compacta posible.

    Como curiosidad, hay un par de escenas no incluidas en las que Keating participa en una de las reuniones del club con los chicos y otra en la que mientras Neil está en casa la noche del suicidio, el resto del grupo se va con Keating por el bosque helado a celebrar el éxito de Neil, obviamente sin saber cómo iba a acabar la noche.

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  6. Me ha gustado mucho tu análisis sobre una de mis películas favoritas. La vi con 16 ó 17 años y me impactó. No me pareció soporífera ni excesivamente sentimental. Me sentí identificada con los chicos, por esa búsqueda de sensaciones, por el empuje para vencer los miedos y por descubrir la pasión por la literatura. Me encanta el papel del profesor; creo que es un homenaje a los profesores que intentan ser diferentes, y que creo todos hemos tenido alguno que se le pareciera, aunque sólo sea un poquito.
    En cuanto a Neil, optó por el camino más fácil, no presentar batalla. Aún así es un personaje entrañable, que deja huella.

    Muchas gracias por tu comentario. He disfrutado mucho leyéndolo.

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  7. Muchas gracias a ti. Me alegro de que todo esto le sirva de algo a alguien.

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